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LLEGÓ la luz eléctrica a Villarbón y no ocurrió lo visto en Caín cuando les visitó la modernidad al plantarse en los años veinte un tendido y su posteado. Llegaba la corriente desde la central de Poncebos, cuya razón de ser y turbinar estuvo en el agua caineja y en el canal tallado en el costillar del farallón que apercolla la Garganta del Cares con su senda desfiladera. La gente del pueblo y de aquella contorna de embudo concurrió en tropel apostándose al pie del tendido para admirarse y comprobar cómo podría caminar la corriente por unos cables que no eran huecos ni tubería. El cura estuvo al frente de los pasmados y el maestro, que debía ser algo volteriano, pensó que eran unos pánfilos y que la magia sólo anida en la incultura. Villarbón estaba a oscuras, en la noche de la historia, y ahora tiene farolas (con su aquel) porque la Dipu -siempre tan recortadita- se acordó de estos olvidados ancareses de risco, bercianiegos de registro y foramontanos de patria prometida, aunque lleve Yuma allí pilón de años pugnando y demostrando que el regeneracionismo de la ruralidad muerta es no sólo un sueño heroico y ejemplar, sino un derecho sagrado que lleva pareada una fatigante guerra contra los elementos, que los hay destados en climatologías de nubes de tormenta o atados a la poltrona de las decisiones, o sea, tendidos (eléctricamente) y dando también sus calambrazos. Aprovechando la presencia inaugurativa del presidente provincial en estos andurriales del último pueblo cazurro sin luz eléctrica, Yuma le urgió para que se complete la mínima dignidad de un pueblo que quiere vivir, la carretera, sólo dos kilómetros que hoy son macadán de grijo, atraso y resbalón, es decir, una disuasión para que nadie vaya y para que los que están se escapen. Esa carreterina son muchos cuartos para la tacañería política que elude inversiones en pueblos escurridos de censo que cultivan moribundez y donde ya está todo el pan electoral vendido; máxime cuando el sitio, más que hogaza, es chusco de caridad limosnera. En pueblos de andurrial se congelan los sueños y las demandas... salvo que vaya a cazar por allí algún político escopetero o alto funcionario de tesorería y rompa el cárter del tocarrera en un bache. Le diré a Yuma que esta carretera se hará cuando ocurra algo así; que les invite y se esnafren.