QUERIDO MUNDO
La batalla de Navarra
RESULTA asombroso que en la octava potencia del mundo el debate político se haya centrado en si Navarra es española o si pertenece a una inexistente Euskal-Herría. No obstante, así ha sido. Los silencios inexplicables de Zapatero, las interpretaciones interesadas de Rajoy, las reivindicaciones envalentonadas de los batasunos y el oportunismo de los pescadores en río revuelto (léase IU y PNV) han conseguido sembrar la inquietud entre muchos ciudadanos, que ya no saben qué es chicha ni qué es limoná en estos devaneos desorientadores. Las preguntas son claras: ¿Por qué no se ha expresado Zapatero con la misma claridad que lo han hecho los socialistas vascos sobre su compromiso con Navarra? ¿Por qué ha dado pie, con algunas frases enigmáticas, a una confusión que engorda las manifestaciones del PP? ¿Acaso nadie le cuenta que la calle se está dividiendo y que una buena parte del encono se está concentrando en él? Es difícil de justificar lo que ocurre, porque debería demostrarse previamente que alguien sale ganando con tanto trifulca. La realidad que muestran las encuestas es otra: PSOE y PP han estado bajando en los últimos tiempos en apoyo ciudadano. Pero esto, ¿a quién le importa mientras el adversario también descienda? Extraña política la nuestra. A garrotazos. Con los pies bien enterrados en el suelo para que la posición de cada uno sea tan inamovible como en el célebre cuadro de Goya: ¡realismo puro! ¿Remedio? Lo hay, pero no lo tomarán. Son como los bronquíticos que siguen fumando para toser mejor por las mañanas. Algo que sería anecdótico si no estuviese envalentonando a unos «abertzales» que ya han recuperado en buena medida la calle. Lo dicen los propios vascos. Y lo dice también el ministro de Justicia, cuando confiesa no creer que los batasunos vayan a condenar la violencia. La calle se ha convertido en el verdadero objetivo, y el tiempo corre a favor de ellos. Ignoro cuántas Batasunas hay, pero sé al menos de dos (ver declaraciones de Otegi y de Olano). Y ambas coinciden en que lo importante es ganar espacio físico y político, sin desarmar a ETA ni condenar la violencia. El PSOE y el PP les están dando alas con su desentendimiento frontal.