Diario de León

CRÉMER CONTRA CRÉMER

Villalba canta las cuarenta

Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

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LO CONTRADICTORIO del sistema de comunicación mediante crónica escrita y publicada en la prensa, es que se produce un tiempo vacío en el cual la referencia, la noticia, el suceso no aparece, sino que parece como si los altos poderes lo ocultaran a la espera de tiempos más propicios para su aparición y por lo tanto su actualización. Otro modo de frenar la urgencia de la crónica escrita es la inducción de los partidos en liza electoral: Si interesara la publicación se harían milagros para conseguir su aparición, pero si, por cuestión de interés electoral, la publicación se convirtiera en una acción de urgencia, se saltarían todos los preceptos y se forzaría su proclamación. De ahí que muchas veces parezca que la prensa por ejemplo ejerce su función bajo censura. Y no, la única censura que existe es el cálculo electoral y la medida de amistad o de coincidencia ideológica entre los candidatos y los cronistas. Es el caso, creemos que perfectamente historiable, de que precisamente el candidato a la presidencia de la Junta de Castilla y León, don Ángel Villalba, después de muy fogosas experiencias, decidió jugarse el todo por el todo de su programa, y sin esperar a mejores o más propicias circunstancias ha dado a la prensa el que contiene nada menos que cuarenta proposiciones, para que el electorado aprecie hasta qué punto sus prescripciones son las que aconsejan y mueven esta jurisdicción leonesa, siempre tan parca, tan lenta, tan complicada, para conseguir que el elector consiga el conocimiento preciso para votar con conocimiento de causa. Cuando aquel candidato andalucista proclamaba como doctrina democrática para acceder al núcleo de los elegidos para la candidatura, la necesidad de programa, programa y programa, no estaba cometiendo un error, sino que, en cierto modo, denunciaba uno de los efectos particulares de la acción electoral. Un candidato sin programa, es un candidato vendido de antemano, dado que el elector no sabe a qué carta quedarse y debe fiarlo todo o a su sentido de la orientación política o a la influencia familiar de alguno de los caciques manipuladores. Don Ángel Villalba ni es un advenedizo ni es un candidato a la deriva: Sabe a dónde se dirige y conoce perfectamente los caminos que los alcázares del triunfo pueden conducirle. Y para lograrlo ha elaborado un programa, y lo ha dado a conocer con tiempo suficiente para que el elector conozca el camino, la fórmula y la doctrina. No digo, porque no es mi obligación, que esta fórmula sea la precisa para la victoria, ni que entre las cuarenta cartas de la baraja se encuentre el as del triunfo, pero en honor de una verdad que obliga tanto como la honestidad de partido, pienso que es una práctica política honrada, valiente y de obligado cumplimiento. Don Ángel Villalba ha cantado las cuarenta. Ahora a confiar en la suerte y en que el electorado sepa leer y no confunda el comer con las ganas.

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