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Los amotinados de Flandes y el poeta Luis Vélez de Guevara

En nuestra Universidad se ha realizado una investigación sobre este comediógrafo que, a pesar de su calidad, no logró proyectarse públicamente más allá del siglo XVII

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Desirée Pérez - león
León

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Luis Vélez de Guevara (1578-1644), poeta dramático de la escuela de Lope de Vega, fue uno de los comediógrafos más elogiados por sus coetáneos (Cervantes, Quevedo, Lope, Pérez de Montalbán, etc.), sin embargo, y a pesar las alabanzas de estos, ni el poeta ni su obra lograron proyectarse más allá de los límites del propio siglo XVII. La crítica posterior relegó a un segundo plano a todos aquellos dramaturgos que caminaban tras la estela de Lope, Calderón o Tirso de Molina. No solo Vélez de Guevara fue desplazado al grupo de los «segundones», autores como Mira de Amescua, Rojas Zorrilla o Ruiz de Alarcón, también fueron tildados de imitadores o seguidores. La crítica actual, consciente de que el conocimiento del engranaje teatral barroco exige la revisión y consideración de todos los dramaturgos áureos, se ha propuesto rescatar del olvido la producción dramática de estos, pues las obras de Lope de Vega, Calderón de la Barca y Tirso de Molina por sí solas no pueden dar cuenta de todas y cada una de las caras del fenómeno teatral áureo. Las primeras figuras y sus seguidores, y las grandes piezas unidas al resto de comedias, también pequeñas joyas marginadas, no solo conforman el legado dramático del Siglo de Oro, sino que, además, proyectan todas las vertientes de ese poliédrico universo que conforma el teatro español del siglo XVII. Por tanto, la edición y estudio crítico de Los amotinados de Flandes y, por extensión la revalorización de su autor, debe entenderse como una modesta contribución que aumente el canon de obras y autores disponibles, acercándonos un poco más a la comprensión global de aquel complejo cosmos. Atracción por la historia En la dramaturgia de Luis Vélez de Guevara destaca, por encima de todo, la atracción que el poeta sentía por la historia. De las aproximadamente ochenta comedias seguras que se conservan casi la mitad son consideradas «históricas»: La nueva ira de Dios y Gran Tamorlán de Persia , El cerco de Roma por el rey Desiderio, El príncipe Escanderbey (historia extranjera); La montañesa de Asturias, El alba y el sol, El lucero de Castilla y la Luna de Aragón, (historia española), pero son, sin lugar a dudas, las comedias basadas en la historia reciente las más interesantes y las que ofertan al crítico todo un abanico de posibilidades interpretativas ( El Águila del agua y batalla naval de Lepanto , El rey don Sebastián , La conquista de Orán, La mayor desgracia de Carlos V, etc). En Los amotinados de Flandes , la dramatización de un hecho coetáneo a autor y público, la guerra de Flandes, contienda vigente en el momento de escritura y sobre la que ya habían escrito Lope ( Pobreza no es vileza , El asalto de Mastrique ), Calderón (El sitio de Bredá ) o Remón ( Don Juan de Austria en Flandes) , supone uno de los mayores atractivos de la pieza. El análisis de la recreación en las tablas de la más inmediata realidad, de la historia reciente del país con todo lo que ello supone e implica (censura, significado inmediato, propaganda, intencionalidad, críticas veladas, etc.), resulta notablemente interesante, pues no solo ayuda a comprender mejor la producción del poeta sino también los mecanismos que dirigían la máquina teatral áurea. Dramatización histórica Los amotinados de Flandes dramatiza varios episodios históricos que sucedieron en el Flandes de 1595-1596: la llegada a las Provincias de Alberto de Austria, la derrota flamenca y la muerte de Filipo de Nasao, y el motín de Sichem (también conocido como motín de Tilemón), episodio que da nombre a la pieza. El rastreo de las posibles fuentes de la comedia muestra el trabajo del dramaturgo, afanado en consultar la abundante prosa historiográfica de la época, a la que se recurre con el fin de obtener datos precisos con los que dramatizar los sucesos históricos, y conferir cierta verosimilitud a los mismos. Esta recreación de la historia resulta tremendamente interesante, primero, por dejar al descubierto los mecanismos compositivos de los comediógrafos, y, segundo, por mostrar la dialéctica que se entabla entre la verdad histórica y la verdad literaria. Tras las omisiones, desviaciones, supresiones, adiciones o manipulaciones de los sucesos se esconde el significado de la pieza y la intención de esta. Los dramas barrocos, como han explicado Maravall o Díez Borque, destilaban toda una vocación propagandística que pretendía, entre otras cosas, sustentar y reafirmar los valores de la sociedad que los sustenta, pues, no puede olvidarse que el teatro barroco nunca fue un fenómeno estrictamente literario. Texto depurado Además del estudio introductorio en el que se pasa revista el corpus de comedias flamencas, a las fuentes de la pieza, al significado de la obra y a su intención propagandística, y se analizan otros elementos capitales de la pieza como los personajes, el tiempo, el espacio, la acción, el lugar o la versificación, aspectos que ofrecen suficientes muestras del quehacer dramático de Luis Vélez de Guevara, el trabajo de investigación desarrollado por la autora de este artículo en la Universidad de León bajo la dirección del doctor Juan Matas Caballero ofrece el texto depurado y preparado de Los amotinados de Flandes . Para la edición de la comedia se toman como referencia los presupuestos de la moderna crítica textual, por ello se ha contado con todos los testimonios conservados de la pieza que, como ocurre en el caso del drama barroco, se hallan dispersos por las principales bibliotecas del mundo. Los trabajos editoriales han posibilitado la fijación de la historia del texto y la determinación del posible stemma , pero, en este caso, el cotejo, además, ha concluido que de los cuatro grupos de testimonios conservados uno de ellos remite a la representación misma de la comedia.

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