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Una roca pongo por testigo

La Agrupación Grajero coloca en Rodiezmo un monumento que honra la memoria de cientos de represaliados entre 1936 y 1975, especialmente niños y vecinos de la montaña

Agrupación Grajero

Publicado por
Marco Romero - león
León

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La Agrupación Grajero de León, nacida al calor de las exhumaciones de represaliados en la fosa de Lario, colocó hace escasos días en Rodiezmo, municipio de Villamanín, el conjunto escultórico que conforma el gran homenaje a los hombres y mujeres asesinados durante la Guerra Civil y la dictadura franquista en la montaña central leonesa, incluidos los que fueron ejecutados en el trágico episodio de Peña Laza. «El susurro a la libertad de los guerrilleros antifascistas» o «El llanto inocente de mujeres, niños, ancianos y hombres del lugar» son algunos de los lemas que han sido labrados en los monolitos ya instalados en la campa de esta localidad montañesa, uno de los territorios más azotados por la represión franquista y último reducto de la resistencia republicana en León. El proyecto ha sido diseñado por Julián Morante, miembro de la asociación, que ha contado con la colaboración de Nuria Ibáñez para realizar la escultura que abrazan las cinco piedras orientadas hacia Peña Laza. Nuria Rubial ha sido la encargada de elaborar los textos que recogen las piedras, talladas en los talleres de Aldeiturriaga. La ejecución de este monumento, una vieja reivindicación de los familiares de los represaliados de la zona, ha sido argumentada con una exhaustiva investigación histórica desarrollada durante muchos meses por parte de Julián Morante, uno de los primeros leoneses que se comprometió con la causa que reivindica el honor de los ajusticiados entre 1936 y 1975. El proyecto arrancó cuando familiares de civiles y militares desparecidos durante la caída del frente Norte se pusieron en contacto con la asociación para pedir su ayuda. Los primeros testimonios recopilados en la zona hablaban de fusilamientos de niños en la propia línea del frente, menores que eran trasladados desde otros puntos del país. «Eso nos instigó a implicarnos con mayor contundencia», argumenta el investigador en las primeras líneas de la investigación. A los niños fusilados «Estos niños, por razones obvias, no fueron alistados en los batallones, pero constan en informes, puesto que fueron empleados en trabajos de fortificaciones», recoge el documento. La crueldad de estos años, los últimos de la resistencia, se acentuó en muy poco tiempo. «La rabia por no poder capturar a los políticos del Gobierno de Asturias y León, al Estado Mayor Republicano y a dirigentes destacados fue descargada con furia sobre los efectivos republicanos de la denominada bolsa de Villamanín . Allí estaba destacada la Brigada Montañesa, con una historia paralela al transcurrir del Frente Norte. Su misión inicial era resistir en el puerto de Pajares. Había un republicano por cada siete franquistas en la lucha, pero fueron capaces de aguantar hasta que se derrumbó la defensa de Tarna. Caído este bastión, los republicanos lanzaron una fuerte ofensiva contra el mando directo del mayor de Milicias, un maestro de escuela con mucha capacidad combativa. El parte de Peña Laza Pierden y recuperan terreno. Ofensiva contra ofensiva. Llega un momento que nadie sabe de quién es Peña Laza. Tal y como consta en los partes de guerra, el Ejército franquista toma un día la peña para perderla dos semanas después. Pero llegaron los intensos bombardeos y la caída de los puntos de apoyo de quienes se encontraban en la peña. Se habla de cientos de personas de León, Asturias, Cantabria y País Vasco que, pese a la despiadada situación que vivían, no perdieron jamás el humor. En un intento por no perder la vista al mar llamaron a Peña Laza el Chalé Miramar . Y así lo grabaron en un piedra que aún se conserva. Relato de los supervivientes Allí, en Peña Laza, se dice que cayeron cientos de personas, probablemente más de mil. Supervivientes de la brigada relataron al investigador muchos episodios vividos en este sanguinario lugar. Unos dicen que lo peor no eran las bombas de los aviones, sino las rocas que arrancaban las explosiones. Otros que el hambre acechaba y que lo resolvían comiendo hojas de avellano. Unos fueron asesinados, pero otros muchos fueron capturados y trasladados a la prisión leonesa de San Marcos. Sabían por qué luchaban y lo que significó perder una guerra.

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