Hitler no se fiaba de Pío XII
La desclasificación de los archivos de la Stasi alemana desvela que el régimen nazi consideraba al Papa Pacelli una figura incómoda y que su leyenda negra la forjó Radio Moscú
Los archivos de los servicios secretos de la Alemania comunista, la temible Stasi, están sacando a la luz interesantes documentos en los que el Vaticano es el protagonista. Según revelaba ayer el periódico italiano La Repubblica, la Santa Sede era uno de los mayores «enemigos», no sólo para la Alemania comunista, sino también para los nazis. Según quien ha tenido acceso a los documentos, en ellos se habla de un Vaticano lleno de espías, sobre todo en la época del gobierno de Hitler, mientras el Papa Pío XII aparece como un «enemigo» de los nazis. Aunque nunca criticó de manera abierta el régimen nazi, a los alemanes les preocupaban los pequeños detalles que evidenciaban el desacuerdo del Papa con la política alemana. Los servicios secretos habían establecido una tupida red capaz de interceptar correspondencia importante, como la carta del secretario de Estado, Luigi Maglione, en la que cuenta que «el Papa se ha construido un refugio antiaéreo al que se puede acceder en ascensor». Otro tema que no gusta nada a los dirigentes alemanes es la actitud de Pío XII a favor de la Polonia ocupada: «La Santa sede no se ha limitado a ayudar a los polacos prófugos en varios países, sino también a los que han quedado en la patria», dice uno de los informes del archivo, donde además se asegura que el Vaticano ayudaba a los judíos polacos. El estudio de los documentos ofrece una imagen del Papa Pacelli distinta a la que la historia nos había mostrado. No es el pontífice indeciso ante la situación de Europa e incapaz de tomar decisiones, sino una figura hábil y decidida. Según el padre Giovanni Sale, historiador de la revista Civiltá Cattolica, a finales de 1945 se inicia una campaña anti-Pacelli cuyo origen está en Radio Moscú y en el diario Pravda, que crearon una «leyenda negra» sobre el pontífice. Los documentos encontrados parecen confirmar esta idea, ya que tampoco para el gobierno comunista de Alemania Democrática el Papa era una persona grata.