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Publicado por
LUIS ARTIGUE
León

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CON SU BARBA de ayer o de nunca, su peinado negligente, el pitillo que apura con ansia como un personaje de Momo y ese rostro duro de malo de cine se ha formado una imagen recurrente él, el mago de las palabras y los sonidos cuya obra forma parte de lo que debería ser y no es esta época¿ «Que sepulten/ la Utopía¿/ Dame clases/ de poesía/ con tu cuerpo/ esta noche./ Que se apunten/ sus misiles./ Quiero guerras/ inciviles/ con tu cuerpo/ esta noche¿» canta este incombustible trovador que aca ba de publicar un nuevo cedé hermoso, culto, admonitorio y clarividente -se titula A Día de Hoy - como corroborando así que el escepticismo también puede ser algo sofisticado, que la frivolidad aún no lo impregna todo y que, aunque a veces no lo parezca, todavía nos queda la música y alguna que otra esperanza¿ «Ante tanta pesadilla/ haz amiga que reencuentre/ el sentido de los sueños en tu vientre/ esta noche». Todo un filósofo de masas o un Leonard Cohen de pata negra -«we are ugly but we have the music»- Luis Eduardo Aute continúa escribiendo canciones que poseen la profundidad de los espejos: por eso canta como quien hace planes para el mundo. Y con cada una de ellas nos hace una invitación a abstraernos del ruido que nos circunda y a estar atentos, a que la vida recupere su quietud, a intentar darnos cuenta de lo que pasa y a atesorar lo que de verdad importa mientras aún seamos tiempo y quede tiempo. «El presente/ es un espejismo/ que huye de sí mismo/ a contrarreloj¿». Sin embargo lo que más sorprende del mundo de Aute, además de su hondura, su apuesta por la belleza y la ética, y su cosmopolitismo, es su pensamiento multidisciplinar, su convicción de que la creatividad es una y políglota, así como su perspicacia para ver nuestra sociedad desde fuera -a veces creo que la poesía es una vista aérea- estableciendo, con inteligencia y sin piedad, una denuncia repleta de vigencia: «Puede que esto de vivir consista/ en disfrazarse de veleta/ y en girar según que viento. /Y de celebrar el triunfo de las estrategias/ sobre la caducidad del sentimiento./ Y de coronar las cumbres/ más resplandecientes/ donde el águila es experta en alpinismo./ Y de especular con el honor/ como la causa justa más preciada/ del mejor cinismo¿/ Calma corazón, sabes bien/ que la única razón que aún asumo/ es la improcedente sinrazón de amar, y amar y amar y amar¿ El resto es humo». Hay, como en el imprescindible Leonard Cohen, cierta religiosidad iconoclasta, autodidacta y desvergonzada en toda la obra de Aute como diciéndonos así, mediante ciertas pinceladas teológicas, que la poesía es el lenguaje sagrado de los agnósticos. En este disco, por ejemplo, aunque esa religiosidad panteísta lo impregna todo se hace protagonista en la canción titulada La Barbarie (Aleluya Nº8): «Civilización o barbarie, valga la redundancia» dice este visionario radical. «Dios creo al Homo Sapiens/ en un rapto de locura/ y este cometió el deicidio/ apelando a la cordura,/ aleluya», dice también. Pero el tema principal, de nuevo y siempre, en las catorce canciones del disco es el amor como justificación y sentido¿ «Que combatan/ Dios y ciencia./ Sólo admito/ la violencia/ de tu cuerpo/ esta noche¿/Que se coman/ sus banderas./ Sacia mi hambre/ de quimeras/ con tu cuerpo/ esta noche¿/ Que incineren/ los glaciares./ Voy a hundirme/ en los mares/ de tu cuerpo/ esta noche¿/ Ante tanta pesadilla/ haz amiga que reencuentre/ el sentido de los sueños/ esta noche,/ esta noche,/ esta noche,/ esta noche¿». Todo ello con su voz de claro de luna rota por la que no pasa el tiempo, con su delicadeza interpretativa y con sus maneras de intelectual a pie de obra. Sí, las letras de Aute, su música que nos sintoniza el cuerpo con el alma, esas canciones capaces de hacernos saber que el amor es una forma de tocar¿ Amén.