Los patos de la Candamia se mueren de hambre
La indolencia municipal deja a su suerte a los patos y pavos de La Candamia que, famélicos y con su hábitat convertido en un fangal, se van muriendo sin remedio
Javier
El panorama es desolador, más propio de un país de hambrunas que de uno civilizado. El parque de La Candamia, privilegiado por su rica biodiversidad pese a estar rodeado por un entorno urbano, se ha convertido en un escaparate que proyecta desatención e indolencia por parte de quien quiera que sea el responsable. En los últimos meses, la población de patos se ha diezmado notablemente. Se mueren de hambre y puede que de asco, puesto que la laguna artificial donde fueron llevados hace años es hoy un fangal que nada tiene que ver con el hábitat que requieren estas especies para subsistir. Como no tienen agua, los patos desplumados se han desplazado hacia una pequeña charca de agua sucia situada al final del parque, donde sólo se han podido identificar 18 aves, sin contar los famélicos pavos reales que pululan por el barrizal. El sábado a las diez de la mañana dos hombres mayores se acercaron hasta el parque. Llevaban dos bolsas llenas de pan duro. Lo desmigaron y se lo tiraron a la manada de patos, que se lanzaron con una agilidad impropia de esta especie. Porque en los comederos no hay más que hojas caídas y restos de pienso. Cualquiera que dé un paseo por La Candamia comprobará que el césped está cubierto por un manto de plumas. Que los patos muertos no se recogen. Que la laguna es un foco de infección. Y que la Concejalía de Medio Ambiente debería plantearse reubicar a las aves en otro parque en vez de abandonarlas a su suerte. El refrán ha cambiado. Ahora pasas más hambre que los pavos de La Candamia. Animales.