Diario de León
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CARLOS G. REIGOSA
León

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LA ENTREVISTA ciudadana de José Luis Rodríguez Zapatero en TVE ha dado mucho que hablar, a pesar de que no resultó brillante ni era la primera vez que algo así se hacía en nuestro país (el 7 de enero de 1984 Felipe González se sometió a un modelo de preguntas parecido). Sin embargo, lo más llamativo no ha estado en ninguna de las respuestas sino en el conjunto de todas ellas. Zapatero acertó en la forma humilde y conciliadora de lanzar las campanas de su ya proverbial optimismo sobre la mejor España posible. Se equivocó tan solo en creer que se dirigía a diputados. Una oratoria plagada de reflexiones ajenas a las preguntas que le hacían -y que algunos interpretaron como frialdad o distanciamiento de la calle- se convirtió en el único defecto objetivo de su discurso. Pero lo importante fueron los contenidos. ¿Qué va mal? Nada. ¿Qué va bien? Todo, incluso de algún modo la relación del PSOE con el PP. España está mejor que nunca y avanza a velocidad de crucero. Sólo nos queda un problemilla por solucionar: lo de ETA. Pero estamos en ello. ¿Coincidía su exposición con las evaluaciones que hacían los que le preguntaban? No siempre. Pero José Luis Rodríguez Zapatero tenía de su parte la estadística y los datos generales, y en ellos se guarecía, cómodo, paciente y amable. Luego algunos analistas serios demuestran que no es oro todo lo que reluce. The Financial Times criticaba el miércoles la inexperiencia de nuestro regulador de mercado y la excesiva elasticidad interpretativa del código de la opa en el caso de Endesa. Peor parado salía el regulador de la energía, con sus actuaciones bloqueadas por la Comisión Europea. Según la prestigiosa publicación británica, «Enel y Acciona deberían estarse quietas o afrontar sanciones»..., pero parecen tener «el apoyo tácito del Gobierno». Si las referencias serias se buscan en el ámbito inmobiliario, nuestro país se ha convertido en el primer productor de pelotazos económicos y quizá también de destrucción medioambiental. Todo ello por falta de regulaciones previsoras, capaces de encauzar el desarrollo en provecho de todos. España va bien, pero no tan bien como imagina José Luis Rodríguez Zapatero a solas en La Moncloa. Aún es posible -y necesario- mejorar mucho.

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