Diario de León

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El Quijote leonés

El Diario lleva hoy a manos de sus lectores la curiosísima «Historia del valeroso caballero don Rodrigo de Peñadura», un fervoroso defensor de la filantropía

El viaje caballeresco de Piedradura le llevará hasta Astorga

El viaje caballeresco de Piedradura le llevará hasta Astorga

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E. Gancedo - león
León

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Don Rodrigo de Peñadura y su fiel criado/escudero Roque Zambullo son los protagonistas de este libro -insólito y muy desconocido-, que hoy, y gracias a la gran Biblioteca Leonesa de Escritores, llega a manos de los lectores del Diario al precio de tan sólo un euro y medio. Este particular Quijote cisastur no nace en un lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme, sino en la mismísima capital del Viejo Reino. Su Sancho Panza es un cazurrín del Alfoz y los libros que le hicieron perder el seso no son el Amadís de Gaula y el Orlando furioso , sino las obras completas de Voltaire, Rousseau, Mably y Dupuy, entre otros célebres ilustrados. «A fuerza de pasar malas noches leyendo los delirios del contrato social, se le llegó a resecar el cerebro hasta tal punto que los médicos declararon hallarse muy expuesto a un ataque de demencia», escribe su autor, Luis Arias de León, posible seudónimo de quien no sabemos prácticamente nada. Sólo conocemos el año de publicación de la obra, 1823, y que el libro fue editado en la imprenta de Carnaud y Simonin de la ciudad de Marsella, algo que tampoco es del todo seguro, a decir de los expertos. Escribe el crítico literario y profesor Nicolás Miñambres, encargado de la presentación de esta historia, que, aunque poco o nada sepamos de las circunstancias en que fue escrito y dado a la luz pública, lo que trasluce el texto es «una animadversión hacia las posturas liberales, hacia la universidad española, hacia el gremio de los médicos y hacia algunos estamentos eclesiásticos». «Esta obra -añade- aparece cuando el Romanticismo se desarrolla con intensidad en Alemania y comienza a echar sus primeras raíces en Francia. El Quijote es entonces una obra muy popular en Europa y se suceden las imitaciones decimonónicas. En esta dimensión sociotemporal se enmarca esta novela. Don Rodrigo de Peñadura es un quijote ilustrado, defensor de los filósofos de la época y de sentimientos claramente filantrópicos, que ama por encima de todo la libertad». Porque la estela cervantina fue tan poderosa (y prendió de nuevo con tanta intensidad en la Edad Contemporánea) que, según contabilizan los investigadores, en el siglo XVII se dieron a la imprenta quince imitaciones inglesas, veinticuatro francesas, diecisiete alemanas, una italiana y dos holandesas. En el XVIII abundan los quijotes regionales, como Historia fabulosa del distinguido caballero don Pelayo Infanzón de la Vega, Quixote de la Cantabria (1786) o el llamado Quijote asturiano de Juan Francisco Siñeriz. Incluso hubo quien trasladó al viejo hidalgo manchego a Cuba para que continuara desfaciendo entuertos. En la obra que el Diario entrega hoy, las llanuras de Castilla se cambian por los sotomontes de León. La narración se desarrolla en apenas cinco días y unas cuantas leguas: las que a lo largo del Camino Real conducen a la levítica Astorga.

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