AVE DE PASO
Infraestructuras
HE ESCRITO en otras ocasiones, que la desidia de los últimos gobiernos de CIU había dejado Cataluña en una situación grave. Si para avanzar los romanos abrieron estratégicos caminos, hoy la riqueza no es posible sin contar con infraestructuras que nos conecten con cualquier parte del mundo. Barcelona fue en su tiempo modelo y motor económico pero, hoy, la megaurbe en que han convertido Madrid ha fagocitado al resto de ciudades de cierto calibre, incluyendo Lisboa. De ahí que si el gobierno central, sea el que sea su color político, a instancias de un gobierno autonómico se muestra insensible a la gestión compartida de las infraestructuras, demuestre a la vez un claro desprecio por un desarrollo económico del resto de autonomías españolas, por la creación de nuevos empleos, ahora que la situación de la construcción va a sumir en el desempleo a un buen número de personas y por extensión a las arcas del estado. Si Zapatero dijo primero a Maragall y luego a Montilla que revisar la versión centrífuga de las infraestructuras era imposible, no han hecho ahora lo mismo ni él ni la vicepresidenta, María Teresa de la Vega a la vista de que era una parte de la sociedad civil la que ponía los hechos encima de la mesa. Los economistas de signos políticos distintos encargados del estudio, presentaron el modelo francés, alemán, inglés, etcétera, para demostrar que no estaban allí para escenificar alientos separatistas, sino por la urgencia de una realidad mundial que no juega a perder el tiempo. Así por ejemplo, en el caso francés, jacobino al cien por cien, son las cámaras de comercio regionales en consorcio con el estado quienes deciden cómo ha de ser su aeropuerto. Según el mismo estudio, lo que ocurre en España sólo es comparable a lo que ocurre en Rumanía y Portugal. Magníficos ejemplos a seguir. En una economía globalizada, enormemente competitiva, es inadmisible entretener tiempo y capítulo de gastos en transbordos porque un aeropuerto no tenga vuelos intercontinentales. Barcelona no los tiene, o lo que es lo mismo, para un viaje a Nueva York o a Los Ángeles hay que ir a Madrid. Y a la inversa. ¿Qué inversor va a apostar por una ciudad que quiera crecer si se ve obligado a pisar primero Barajas y desde ahí ya veremos? Si la sociedad civil toma con rigor la palabra, la endogamia política estará felizmente amenazada