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Publicado por
CÉSAR GAVELA
León

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HOY LA DEPORTIVA JUEGA EN ELCHE. Si pierde no pasa nada (bueno); si gana, puede empezar a pasar todo (mejor). Y si empata, pues pasa algo (poco). Pero lo cierto es que la Deportiva y el Elche están en la misma categoría. Y por la misma zona de la tabla de clasificación. Y también sucede que Ponferrada tiene 65.000 habitantes y Elche 230.000. Y que Ponferrada tiene el pequeño y gracioso Toralín, y Elche el enorme estadio Martínez Valero. Hace cuarenta y pocos años, cuando el Elche jugaba en el pequeño campo de Altabix, yo coleccionaba cromos de futbolistas. Era una pasión muy febril y barata. Toda mi ilusión consistía en acaparar monedas de diez céntimos de peseta, comprar cromos y cambiar luego los repetidos, que a partir de un punto matemático empiezan a ser más de la mitad. El Elche estaba en primera, entonces. A mí me parecía rarísimo aquello. Elche. ¿Pero qué es Elche? Como no era capital de provincia, pues no era fácil situarlo. Hasta que me preocupé por ello. Elche, junto a Alicante, supe. La ciudad industrial, pero también muy antigua. Ibérica. Allí apareció la bellísima Dama. Y de allí era un equipo modesto, que vestía con una raya verde horizontal, algo rarísimo, y con la propia Dama en el escudo. El Elche, entonces, vivía de jugadores baratos de América -Cardona, Lezcano- y de vender sus joyas de la cantera: Ballester, (que moriría joven), Marcial, Asensi¿ El Elche de entonces tenía una alineación que nunca olvidé: Pazos; Chancho, Iborra, Canós; Alcantarilla, Llompart¿ Etc. Pazos, el portero, era de Orense, y me parecía prodigioso que jugara tan lejos. La mayoría de la lista eran valencianos. Porque los de Elche también son valencianos, aunque siempre se les dice ilicitanos o alicantinos. Es curioso esto: a los de Lleida, Tarragona o Girona se les dice casi siempre catalanes. Y está bien. Pero a los de Castellón o de Alicante, que son valencianos, les dicen, respectivamente, castellonenses o alicantinos. Bueno. Aquel Elche mítico me gustaba. Era pobre, fiero, resistente. Desde entonces siempre tuve debilidad por los clubs pequeños que llegan a primera. Recuerdo mi paroxismo cuando el Pontevedra jugó varios años en la división de oro. Y hasta goleó al Real Madrid en el campo de Pasarón. Ningún gallego aficionado al fútbol, aunque sea joven, ignora aquel 3-0 al entonces intocable, y mimadísimo por los árbitros, equipo del régimen. Otras ciudades pequeñas llegaron a primera. Almendralejo hace poco, lo que no deja de resultar inconcebible. O Mérida, que también está en la provincia de Badajoz. Yo quería que ambos clubs no hubieran bajado. Y es que me gusta mucho la épica de los equipos pequeños. Ahora mismo, en primera división, está el Villarreal, que es una ciudad -valenciana- de 45.000 habitantes. El Villarreal, que casi juega la final de la UEFA. Yo a veces sueño con que la Deportiva llegue a primera. Y aunque parece imposible, no lo es tanto. A fin de cuentas, estamos ahí, todavía. El club juega en la misma división de los que suben. Pero ahora el sueño consiste en salvarse. Todavía es un sueño real, posible. Me gustaría decir que probable, mas no, no. Mucho que padecer y luchar, y ya veremos. Supongo que a quienes no les gusta el fútbol, un artículo como éste les parecerá un disparate. Un burdo remedo de la auténtica épica. Pero la auténtica épica va unida a las guerras, a la sangre, a la destrucción¿ Y la del fútbol, por lo general, es incruenta. En todo caso, aceptando que el fútbol es un asunto menor, e incluso ridículo, no está de más recordar lo que dijo Fernando Pessoa: que también todas las cartas de amor eran ridículas. Pero más ridículos, continuaba, son aquellos que nunca escribieron cartas de amor.