Diario de León

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RESUCITARÁN hoy los que se mueren de mentiras, menos uno. Pascuas floridas son estas, menos para uno. La primavera empieza hoy en el que tiene destino de penitente y brotes en el corazón, menos en uno... aquel que se colgaba de algún árbol o alta horqueta en algunos pueblos de estas montañas; y también en riberas o páramos; el Judas le llamaban, monigote embutido de trapos o pajas para ahorcarlo en liturgia popular que reprueba la renegación, la traición, como si fuera un santo réprobo o impostor... porque quemar diablos de pega y judas de espantajo se ancla en la teatralidad catequética de nuestros siglos de fe ostentosa y con baladronada... o pedrada. Esos judas ejecutados en el fervorín efímero de la santa semana quedaban en la horca penduleando en su altura y en su vilipendio hasta mucho después de gastada la Pascua y los zapatitos de charol que se estrenaron el domingo enramado; resistían allí a veces como susto a inadvertidos o advertencia a propios hasta que se pudría el cordel. Por la zona, entre otras, de Cistierna se ha venido manteniendo este rito matajudas. Me daba mucho yuyu, espanto o sorpresa uno que colgaban en una acacia enorme de Sorriba a la vuelta de una curva para asustar al pánfilo y al bondadoso, pues talmente parecía un lugareño que se había despachado de estas penas colgándose coram pópuli para atribular la conciencia vecinal, que por eso se suicida la gente y no sólo por darse el piro del ahogo que a veces da el vivir. Y parecía un paisano porque a estos judas nunca les vistieron de Judas, de galileo con ropón como el que luce en los pasos, sino con ropas viejas, mayormente un mono azul, como si el ahorcado acabara de dejar el tractor al pie de su cadalso. Alguna vez, amén de andrajoso mono de faena, pusieron al monigote un casco de obra y, así, el judas era de lejos y de cerca un minero, un alegoría no sé si de la muerte carbonera que después se convocó en aquella zona para asolar su economía o un delegado sindical al que habían ejecutado en efigie, como a Pedro el Cruel, a falta de cojones para hacerlo en vivo, pues se decía que los camaradas del sindicato habían entregado todas aquellas minas al cierre por un plato de virutas, una limosna patronal y un décimo de lotería. A los judas de hoy ¿les vestirían de político o de frasco de antibiótico?...

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