Un esloveno cruza a nado el Amazonas
Completó los 5.268 kilómetros del río en 66 días, en los que tuvo que superar enfermedades y el ataque de cocodrilos, pirañas y de los peces palillo Del Danubio al Mississippi
No sentía las piernas y tampoco sabía muy bien donde estaba. El delirio se había apoderado de él y tuvo que ser auxiliado de forma innmediata nada más llegar a tierra para ser hospitalizado al instante. Pero, aunque maltrecho, exhausto y desorientado, el esloveno Martin Strel consiguió entrar en la historia y que su hazaña quedase registrada en el libro Guinnes de los récords: había cruzado a nado el Amazonas, el río más caudaloso del mundo. Y lo hizo en 66 días, en los que nadó un total de 5.268 kilómetros en siete etapas. Strel, de 52 años y acostumbrado a los desafíos, pese a que su orondo cuerpo pueda indicar lo contrario, llegó el pasado domingo al puerto de Belén (Brasil) con el restro quemado por el sol y con once kilos menos que cuando había iniciado su travesía, el pasado 1 de febrero en la localidad peruana de Atalaya. Nada más llegar a la meta, el rebautizado como hombre pez fue subido a una ambulancia, en la que los médicos trabajaron para estabilizar su presión sanguínea, que lo había puesto en peligro de un ataque al corazón. El esloveno, que nadaba durante seis horas y descansaba el mismo lapso de tiempo, sufrió durante su aventura náuseas, diarrea, presión alta, insolación, mareos y delirios. Pero las enfermedades no fueron los únicos desafíos a los que tuvo que enfrentarse el nadador. Los cocodrilos, pirañas y el pez palillo también acechaban a lo largo del recorrido, aunque pudo sortear el peligro. Ya recuperada la consciencia y el sentido, el esloveno pudo apreciar el valor de su hazaña: «Me siento como un niño -dijo-, cuando se cumplen tus sueños, me siento muy feliz y creo que todavía no caigo totalmente en la cuenta de lo que he logrado. He conseguido nadar lo que me había propuesto, 5.268 kilómetros en 66 días». Sacado del agua Martin Strel puede ahora contarlo, pero estuvo muy cerca de desistir. El pasado viernes, dos días antes de culminar su travesía, el fornido esloveno tuvo que ser sacado de las aguas por su hijo Borut y por otros miembros del equipo. Apenas podía sujetarse de pie, con lo que su médico le ordenó que lo dejara, que abandonara. Pero, obsesionado con llegar hasta Belén, insistió en continuar los últimos kilómetros durante la noche para evitar el sol abrasador. «He tenido suficiente. Sólo quiero terminar e irme a casa», aseguró en ese momento en su página web (www.amazonswin.com). El hombre pez ya estaba curtido en duras travesías a nado, pero la del Amazonas fue su reto más importante y también el que más le ha costado superar. «Tengo dolores en todo el cuerpo y tengo problemas con mi cabeza, como si tuviera un gran fuego, no tengo fiebre, pero es como si estuviera caliente, como si estuviera por explotar, con una gran presión. Me pesan mucho los brazos y las piernas, como si estuviera cargando barras de hierero, incluso cuando trato de comer tengo problemas para levantar un vaso o mover el plato, o para vestirme. Algo parecido me pasó cuando nadé otros ríos, pero nunca tanto como ahora. Empecé a sentir dolores en el Amazonas desde hace semanas, cuando me sentí quemado por el sol, como si el río hubiera comenzado a consumirme», escribió en su diario. Strel, que braceó escoltado por un equipo de veinte personas, dedicó su hazaña a la conservación del Amazonas.