...Y no los separa el hombre

Mantienen los sociólogos que la pareja está en crisis; que la espita que se abrió con la ley del divorcio en 1981 ha derivado en un reguero incesante que es caudal, metidos en el siglo XXI, con más de 126.000 resoluciones judiciales al año, casi 1.260 de ellas en la provincia leonesa, una quinta parte de las cuales se desata en los cinco primeros años de compromiso. Pero en este panorama, en el que siete millones de personas viven sin pareja, como recogía este pasado fin de semana El País Semanal , sobrevive una especie que amenaza con entrar en riesgo de extinción: el matrimonio. «Un hombre con una mujer forma una familia», recordó el alcalde, Mario Amilivia -quien no advirtió que ya existen por ley otras variantes- durante el homenaje que el consistorio le tributó, dentro de la Semana del Mayor, a 272 parejas que acumulan 50 ó más años casadas, que contó con las actuaciones del ballet de Nuria Esther y de Manolo Quijano. Aquellas parejas que intercambiaron alianzas y arras cuando el país era uno, grande y libre se reunieron para recordar que «la entrega ha de ser total», como apuntó el concejal de Patrimonio, Jesús María Cantalapiedra. «No envejecéis, los que envejecen son los que se dejan derrotar, pero vosotros tenéis ilusiones», animó Amilivia, quien encabezó el reparto de placas conmemorativas ayudado por concejalas y personal municipal. Reflejados en la alpaca de uno de los recuerdos, Pedro Suárez y Consolación Álvarez daban la receta de sus 51 años juntos. «Cuando das el paso, lo das con firmeza. Se debe tener mucha comprensión, porque en las personas un 50% son virtudes y la otra mitad defectos», relataban, mientras él miraba de reojo a su mujer para recalcar qué valor arrastra después de 50 años de su vida en pareja: «Que siempre está por mí, porque lo que me da ella no me lo da nadie más». El dar y el recibir se encuentra en el catecismo matrimonial de Florentino Fernández y Rosario Bravo. Con 55 años juntos, «cumplidos el día de Jueves Santo», de los cuales «26 se pasaron en Alemania, donde hubo que sufrir», basan su éxito en la complementariedad. «Mi marido es muy bueno, yo más nerviosa y él me calma», concede la esposa, que señala que «el amor es lo primero» y destaca de su marido que «es muy buena persona, trabajador y jugó mucho al fútbol por lo que ahora tiene las piernas malas». «La clave es aguantar mucho a la mujer y respetarse», resumía Antonia Gil, mientras su marido, Arturo Chueca, asentía y disfruta del espectáculo: «Estando con ella, estoy contento».