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Publicado por
Antonio Núñez
León

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LOS MÁS veteranos en política clasifican cuidadosamente sus enemistades de menos a más en tres categorías muy precisas: enemigos a secas, enemigos íntimos y compañeros de partido. Algunos tienen, incluso, un secretario para que les lleve las cuentas al día, porque ellos no darían abasto. En esto la clase dirigente ha evolucionado mucho desde los lejanos tiempos del conde de Romanones, el tatarasuegro de Raphael por parte de su señora esposa Natalia Figueroa. Romanones dictó hace ya siglo y pico la famosa regla de «al amigo lo que pida, al enemigo ni agua y a los demás que les apliquen el reglamento». Pero lo de ahora es un escándalo como bien ha musicado el cantante en una de sus coplillas que lleva precisamente ese título. Raphael y un servidor, que sobre poco más o menos somos de la misma quinta, tenemos pocas cosas en común, incluida la dote de nuestros respectivos matrimonios. Él opina lo que bala en sus discos rayados y yo, peinando parecidas canas, pienso que no es para tanto. Porque a fin de cuentas, macho, los políticos aparte de dividirse o agruparse por partidos hasta el infinito de siglas, al final terminan resumiéndose en dos grupos muy definidos, aunque ideológicamente incoloros: los que no tienen oficio ni beneficio para dedicarse a otra cosa y los que, teniéndolo, no quieren trabajar. Eso es todo. En la actual guerra interna del PP leonés para disputar la presidencia de la Diputación entre doña Isabel Carrasco, inspectora de Hacienda, y don Javier García-Prieto, economista de la Cámara de Comercio, está claro que los dos tienen de qué vivir, y no como otros. También consta que no son vagos, porque, si no, no se esforzarían tanto estos días para acceder a un cargo, si cae, que luego hay que defender durmiendo con un ojo abierto y el otro cerrado por si el enemigo, los enemigos íntimos y los compañeros de partido. O simplemente les pasa como a mí, según dice el vecino cuando me ve pasear al perro casi de madrugada y luego acabamos coincidiendo en el penúltimo vino de las tres y pico de la tarde. «Lo tuyo», me soltó un día que tenía mal vino, «es que madrugas para estar más tiempo sin hacer nada». «Cada cual es cada cual», filosofó ayer el tabernero como si fuera Ortega y Gasset templando gaitas por aquello de servir la penúltima ronda antes de que se nos pasara a todos la paella en el mantel de casa. Sólo le faltó añadir de postre «él es él y su perro una circunstancia». No se puede saber lo que opinaría hoy Ortega sobre la crisis del PP leonés y las trifulcas que se suceden en las comarcas a cuenta de la elaboración de las listas electorales para alcaldes y diputados. Pero, si no es la rebelión de las masas, eso queda para mayo en las urnas, por lo menos es la de las bases. A la hora de escribir estas líneas la señora Carrasco se ha caído de número dos en la candidatura del alcalde Amilivia, que parece de segunda fila pero es el puesto tradicional que sirve de trampolín hacia los altos balcones del Palacio de los Guzmanes. Doña Isabel ha preferido, en cambio, hacerse presentar por su pueblo, que es la vecina localidad de Cuadros, un tanto a trasmano, pero que vale igual para subirse. Será por tacones. Dice mi colega Juárez, el del chiste de abajo, que, más que cuadros, ha hecho pasar a todos por el aro. En esto de la disciplina de partido y la doma de fieras hay gente más leona que nadie y que luego se cubre de más entorchados que el jefe de los conserjes de la Diputación en la bocamanga, ante el que algún coronel de aviación se le ha cuadrado en la puerta. Cuadre lo que cuadre en las próximas elecciones está claro que la tropa del PP anda con el paso cambiado. Le digo a usted, mi sargento, que si las encuestas de este periódico estaban a favor en un 94% de García-Prieto, el otro 6% debía de andar con el paso cambiado. Ha dicho Isabel, sin embargo, que media vuelta, de frente, ar, así que lo más probable es que avancen todos hacia la retaguardia. El enemigo lo tiene a güevo y también puede que la doña no llegue a aposentarse en las altas torres, teniendo en cuenta que, aparte de la cuadratura del círculo en Cuadros, hay que restar, así, en ángulo agudo, la hoya redonda del Bierzo, la Maragatería astorgana del Val de San Lorenzo, donde más de uno que va por lana sale trasquilado, o en Cistierna, donde, después de emigrar o prejubilarse los mineros rojos, el PP ha conseguido dividir a los últimos paisanos de derechas de toda la vida. Es difícil de mejorar o, por lo menos y según un barrenista de allí, a él no le hubiera salido mejor. En la galería de la planta noble de la Diputación, hay una hilera de retratos de presidentes severos, de barba y bigotes, que, el que más y el que menos, algo hizo por la provincia. Ahora viene la risa femenina.