Diario de León

En siete años se han devastado 7,7 millones de hectáreas, una cuarta parte del territorio español

El cambio climático provoca cada vez más incendios en Alaska

La subida de las temperaturas expande bosques donde antes sólo había hielo

Imagen de una de las carreteras de Alaska

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Mateo Balín - madrid
León

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Los pobladores de Alaska, el Estado norteamericano más septentrional, se están acostumbrando en los últimos tiempos a observar una estampa antes inimaginable: la presencia de fuego en sus bosques vírgenes. En los últimos 15 años han tenido lugar siete grandes incendios que han devastado 7,7 millones de hectáreas, superficie equivalente a casi una cuarta parte del territorio español. Lejos de conocer la intencionalidad de estas acciones, los científicos se apresuraron a explicar la razón de este fenómeno, que achacan a los devastadores efectos del cambio climático a medida que el clima se templa. Alaska es el banco de pruebas más avanzado para atestiguar las consecuencias del calentamiento de la Tierra en el medio natural. A los consabidos deshielos de los cercanos glaciares, el consiguiente aumento del nivel del mar o la trasformación del fondo marino, un grupo de científicos de la universidad de Alaska, liderados por el profesor Francis Stuart Chapin, han analizado las interacciones entre el hombre, el fuego y la vegetación para explicar por qué la superficie forestal calcinada se ha duplicado desde hace medio siglo. En opinión de Chapin, presente este viernes en Madrid, el incremento de la temperatura en el suelo (hasta 2º C en verano) y en el aire (2,7º C en ese periodo) han provocado que las nieves del Ártico se fundan cada vez más temprano (unos dos días y medio con respecto a los años sesenta). Esta variación deja al descubierto más tierra libre, sobre todo hacia la cordillera de Brooks, más al norte, y produce un incremento del nivel del agua. De esta manera, tanto la tierra como el agua absorben ahora más cantidad de luz solar que el hielo -con más capacidad de reflexión- y calientan el aire al liberar el calor atraído. Un fenómeno que, sin embargo, multiplica la emisión de CO2 atmosférico, a pesar de que el aumento de la temperatura del agua produzca mayor nubosidad, pero insuficiente para compensar los cambios en el suelo. Grandes fuegos La prolongación de los meses sin nieve ha permitido la expansión hacia el norte de Alaska de masa arbórea que va colonizando regiones antes ocupada por la tundra: terreno abierto y llano típico de estas latitudes, de clima subglacial y subsuelo helado, cubierto de musgos y líquenes, y pantanoso en muchos sitios. Este cambio del paisaje es «preocupante», según los científicos de la Universidad de Alaska, ya que el ritmo actual de expansión podría provocar un aumento del calentamiento de la atmósfera en el Ártico entre dos y siete veces en las próximas décadas, aseguran. A medida que el clima se templa, «emerge el fuego en los bosques boreales y los incendios se multiplican», señala Chapin, para el que una de las formas en que la actividad humana influya en estos ecosistemas polares sea alterando el régimen de los incendios. Los datos son elocuentes: entre 1950 y 2006 se han producido 15 grandes fuegos de más de 400.000 hectáreas (sólo en 2005 hubo un incendio que quemó 6,5 millones). En ellos han ardido unos 16 millones de hectáreas, superficie equivalente a un tercio del territorio español.

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