Diario de León

Los años 60 sobre ruedas

La Séptima Concentración Internacional de 600 congregó ayer en la plaza Mayor a 137 de estos vehículos que durante todo el fin de semana han estado circulando por las calles de León

Javier

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S. C. Anuncibay - león
León

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Si Dante Giacosa levantara la cabeza tendría que frotarse los ojos para que la modorra no le confundiera a la hora de percibir la realidad. Si además se hubiera dado un paseo este fin de semana por las calles de León creería que no pasa el tiempo. Este prestigioso y conocido ingeniero italiano, que falleció hace ya once años, no es otro que la persona que diseñó el Fiat 600, que se presentó por primera vez en el salón del automóvil de Ginebra en 1955. Pocos años después nacería el SEAT 600, un vehículo pequeño, de dos puertas imposibles, en el que entraban cuatro personas y que marcó una época en España. Después de medio siglo de vida, este coche sigue peregrinando por las carreteras del país, y sus propietarios se agarran a la añoranza de unos años para arrancar a jirones del pasado los vestigios que aún prevalecen en el recuerdo. Una memoria que ayer se agolpaba en la plaza Mayor, donde llegaba en un incesante goteo la retahíla variopinta de estos utilitarios, también de sus variantes, que desde primera hora de la mañana concitaban la mirada de los transeúntes. La Séptima Concentración de Seat 600, en la que colaboró el Diario de León, sirvió para que los participantes se encontraran con viejos amigos, compartieran risas, comida y, entretanto, visitarán alguno de los muchos monumentos de la ciudad. «Hemos estado en prácticamente todo el norte de la provincia», explicaba Carmen Arnaiz, quien junto a su marido llegó desde Asturias para participar de este evento que evoca algún que otro recuerdo. «Hemos venido por el puerto y el coche va como un avión», cuenta el propietario, quien dice a su vez que el vehículo tiene más de cuarenta años y que no da ni un problema. «Ya no hacen coches como éstos», explica con cierto tono irónico mientras saluda a Benjamín García, otro de los participantes en la concentración, cuyo utilitario poco se parece al que en su día salió de fábrica. Amarillo y verde, con ciertos detalles en su parte posterior que recuerdan al Principado, y con un acabado interior que supone un pellizco económico, representa la continuidad de lo que en su día pudo ser una primera preocupación. «Para muchas personas el 600 significó tener que hacer frente a la primera letra», matiza uno de los organizadores, mientras inscribe a Gerardo García Matilla, quien a pesar de que es la primera vez que participa en este acto, es propietario de varios vehículos clásicos. «Tengo un Fiat Abarth en el que he invertido más de doce mil euros para poder competir con él», afirma, a la vez que dice que en el último rally tuvo un accidente y se cayó por un barranco, pero afortunadamente no le pasó nada. Un percance que no evita que continúe con lo que es su pasión. Un sentimiento que viaja sobre las cuatro ruedas de un 600, en cuyo maletero aparece la melancolía.

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