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UN PUEBLO guapo es aquel que tiene cuestas para entrenar a sus gentes en el esfuerzo, alturas diferentes para ensayar la pluralidad y, sin embargo, paridad entre sus casas (nadie más que nadie, ni menos) sin que sobresalga nada o pida ostentanción, salvo la casa de ninguno y de todos, que es la iglesia, es decir, su espadaña, porque hasta las iglesias del pueblo que es guapo no buscan torre o aguja de minarete, ni sobresalir con bulto exagerado; y se señalan sólo con esa humilde peineta campanera que suele alzarse en el polo del templo que mira hacia donde el sol se muere, según establece el canon arquitectónico de las iglesias cristianas cuya orientación la dicta el sol. Pueblo con cuestas no cría barriga. Sus gentes afinan la hebra y no necesitan gimnasios ni planes de adelgazamiento para estar juncales. Además, en las calles en cuesta la gente se obliga a saludarse parando el tren de la vida o los afanes por darse un respiro y por ver si con el «buenos días» se puede trabar un rato de cháchara que alargue el descansillo, así que suelen ser sitios más propicios a la comunicación, a la convicencia y al juntarse, más que los pueblos desparramados en llano, cosa que favorece la distancia y el esquinar la vista o el trato. Los pueblos más guapos y en cuesta se domiciliaron siempre en el Bierzo, la Cabrera, Ancares... también en algunos lacieniegos y, aunque pobretones de arquitectura rústica, en el resto de montañas cazurras, babianas, argollanas o riañesas... porque los pueblos más guapos fueron de siempre los que nacieron pobres y pobres han seguido hasta estos tiempos de antenas paranoicas y alcaldines con gepeese en en su solar mental. Las gentes que levantaron en lugares a veces imposibles esos pueblos pindios lo hicieron así porque fueron los últimos en llegar a la suerte de los tiempos repobladores y tuvieron que conformarse con lo peor que quedaba, supliendo con mucho esfuerzo y más imaginación lo que la lotería de la vida les negó. Las cuestas complican la vida, los acarreos, los solares aterrazados, las idas del ganado y las venidas de los carros. A la fuerza, los pueblos en cuesta han de ser más afanosos y menos vagos. La vida apretada, a discurrir obliga. Que se lo digan a los habitantes de Castropetre, Aira da Pedra, Saceda, Nogar, Marrubio, Leiroso...

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