Más de 350 casos desde los primeros diagnósticos en la sede de Gas Natural
La noticia corrió veloz en Barcelona hace dos meses. En la sede recién inaugurada de Gas Natural, muchos de los trabajadores estaban alarmados ante una extraña afección detectada a más de 150 compañeros. El síntoma más llamativo era una leve pérdida de tejido adiposo, especialmente en la zona de los muslos. Era viernes, y la empresa mandó a casa a todo el mundo para estudiar la calidad del aire del edificio durante el fin de semana. Enseguida se comprobó que la misteriosa dolencia, denominada lipoatrofia, no suele revestir gravedad, y no fue necesaria ninguna baja laboral. Pero la noticia llamó la atención sobre una cuestión importante: las condiciones de trabajo en miles de oficinas españolas. Por lo que respecta a Cataluña, con el caso de Gas Natural se abrió una espita. Los estudios médicos fueron revelando una incidencia notable de casos de lipoatrofia. Según los sindicatos, ya han superado los 360: más de la mitad en la gran sede acristalada de Gas Natural, pero también entre empleados de La Caixa en diversas localidades, en la Torre Agbar, también un edificio nuevo en Barcelona; y en las oficinas de Emergencias Médicas de Hospitalet. Ayer se dio a conocer un nuevo caso en este último centro, en el que ya hay cinco trabajadores con lipoatrofia.