CRÉMER CONTRA CRÉMER
Gamoneda: Cervantes de la pobreza
SE ACABÓ EL grado subalterno de «finalista». Ya es titular del más solemne y glorioso premio que el Estado Español reserva, precisamente en el día en que se conmemora el Día de Cervantes y del Libro. El Rey de las Españas fue el celebrante y Antonio Gamoneda, el astur rebozado en leonés, el reconocido, el glorificado. Y la poesía que mandan hacer los tiempos nuevos, aquellos que nos anuncian diversidad y verdad, ya ha obtenido su patronazgo civil e independiente: La poesía que hace Antonio Gamoneda, se ha convertido en el signo inevitable y solemne de la hora del vivir que nos ha correspondido. Antonio Gamoneda se ha convertido, en el heraldo luminoso de la lírica que León ha venido acogiendo desde hace más de medio siglo. Y a nosotros, a todos los leoneses, nos corresponde acoger el suceso como lo que de verdad es: Una manera distinta de entender el vivir. Y también el morir. Me siento impulsado, en razón de justa correspondencia, a repetir palabras que fueron impresas en este mismo periódico, precisamente cuando todo anunciaba que el final la hora de las presunciones había terminado para escuchar la del romancero, pues que los poetas ya no dicen su canción sino a quien con ellos va¿. Me arriesgo, pues, a insistir en aquellos términos que me sirvieron para anunciar con antcipación bíblica la buena nueva: Antonio Gamoneda ha sido distinguido con el premio Cervantes. ¡Aleluya!... Me arriesgaría no obstante la evidencia pues si ciertamente existe una Poesía de Superficie y otra de Profundidad, de Hondura, de penetrante resonancia, Gamoneda ha de ser inscrito entre los que ahondan en la condición humana, que es sin duda la más abisal¿ Pero que no por ello renuncie a la pesquisa de la dolorida y apasionante aventura del descubridor de mundos, de su propio mundo. Antonio Gamoneda -ya parece que no existe el riesgo en la afirmación- es uno de los poetas más importantes y más inquietantes de la actual Antología española. Su originalidad estriba, como dejara anotado José Bergamín para caminantes desorientados, «No en aquello en que no se parece a otro, sino por aquello que se diferencia de todos». «Hubo un tiempo en el que mis únicas pasiones era la pobreza y la lluvia. Ahora siento la pureza de los límites y mi pasión no existiría si dijese su nombre¿». (De Antonio Gamoneda en «Libro del frío, 1942).