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Cosas de aquí | Un poeta al margen

Elegía de lo cotidiano

«Mazos de luz en vilo de guadaña» es el expresivo título de la antología de Agustín Delgado que el Diario entrega mañana dentro de su Biblioteca Leonesa de Escritores

Publicado por
E. Gancedo - león
León

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Bajo títulos como Naturaleza muerta se agazapan los versos: «Sobre coágulos de mármol las hilachas rojizas/ Cuando el azúcar se desprende y muere/ Al fondo de la taza de café de verano./ La cuchara de plata/ El cigarrillo rubio/ Yéndose lentamente/ Azulada pavesa/ Entre cenizas ralas y círculos de sopor/ Yéndose». Agustín Delgado (Rioseco de Tapia, 1941) es uno de los grandes nombres de la poesía contemporánea. Su escritura, libre de ataduras, de tópicos y de lugares comunes, es original, plástica y refleja la cotidiana hondura con la que el ser humano pasa sus días. Firma Delgado el nuevo libro de la gran Biblioteca Leonesa de Escritores, la antología poética Mazos de luz en vilo de guadaña , que el Diario de León entrega mañana a sus lectores al precio de tan sólo un euro y medio. Catedrático de Literatura Española, este autor ha ejercido relevantes cargos en el mundo de la educación. Miembro creador de la revista Claraboya , de gran influencia en el panorama poético de los sesenta, ha editado los poemarios El silencio , Nuevas rayas de tiza , Cancionero civil , Aurora boreal , Espíritu áspero , De la diversidad , Sansirolés , Mol , Las coplas de Fidelio y Zas . Asimismo, junto con José María Merino y Luis Mateo Díez, ha publicado Parnasillo provincial de poetas apócrifos . Este libro, como reseña la escritora berciana Carmen Busmayor, encargada de la presentación, «recoge una antología personal de uno de los poetas substantivos en la literatura leonesa. A él se debe buena parte del criterio teórico que inspiró la revista Claraboya y el concepto mismo de poesía dialéctica. Sus tres etapas creativas -objetivista, irónica y sansirolés- quedan recogidas en este poemario de lenguaje depurado, musical, sutil, esquelético a veces y siempre ingenioso. Un autor que ha elegido su camino al margen de modas y modismos, y acaso por eso, durante años, fue desatendido por la crítica». Además de sus misteriosos y extraños sansirolés , verdaderos hallazgos fónicos, descubiertos por Delgado en París en los años ochenta, la obra del autor de Rioseco se nos aparece plena de sonoridades, de palabras inventadas pero rebosantes de significación, de vocablos ásperos, blandos, dulces, salados o amargos. A modo de ejemplo, basten versos como: «¿De qué fuimos hechos, que aún no hemos humillado?/ Nuestra iba pobreza, marallo de heno místico./ ¿Qué estrategia batida luce la deyección?/ Desparrame imitando atolón del océano,/ Cénit de lo tan bajo, pentecostal eructo./ Solecísimos faunos, capotad chirimías». O el dedicado a la madre: «Viéntreme, madre/ Lechéceme./ Óvalo, óbolo,/ Aválame». La obra, como todas las demás de esta irrepetible colección, ha sido editada con el máximo cuidado por Edilesa.