EL AULLIDO
La feria del libro de León
LA FERIA DEL Libro de León bien parece la historia épica de un empeño, el de los libreros, que contra viento y marea salen a la calle con su tesoro de libros para que no se desentrene nuestro hábito de soñar. Resguardados en sus casetas como caracoles en sus conchas cumplen su rito anual y nos recuerdan así que leer es multiplicar las posibilidades de la vida¿ Un buen destino¿ Una ventana¿ Un menú para la inteligencia... Una Feria del Libro es un mercado de esencias con el que renovar el aroma rutinario de cualquier ciudad. Sin embargo este año la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de León h a destinado cero euros para esta Feria del Libro, la Diputación ofreció lo mismo y aún así se ha celebrado contando con una subvención de Cajastur, otra del Ministerio de Cultura y no sé si alguna más: ¿este dato no debería hacer indignarse o sonrojarse a alguien? ¿Aquí, como en los libros de cuentos inquietantes de José María Merino, no pasa algo raro? No se puede tener una Feria del Libro de referencia en esta ciudad sin la implicación de sus instituciones -en esto es un ejemplo Valladolid aunque la comparación escueza-, y lo que está claro es que León bien merece la mejor Feria posible: no en vano esta tierra cuenta entre sus recursos con su gran potencial literario, que es un arma de instrucción masiva. Por eso no se entiende, de parte de nuestras instituciones, tanto desafecto en lo que tiene que ver con la Feria del Libro que viene a ser un desafecto para con nuestras posibilidades de crecer interiormente. Por todo esto digo que la Feria del Libro de León es la historia del empeño de los libreros de esta ciudad, sí, pero es también el testimonio de la vocación de los mismos pues la lucha de toda librería por existir es un poco también una batalla en pro de que la vida de todos nosotros sea mejor, sí, en la medida en que nos insuflan esa elegancia vital que esparcen la belleza, la sensibilidad, la imaginación, la literatura al fin y al cabo. Se puede saber mucho acerca de la personalidad de una ciudad visitando su Feria del Libro, y de hecho la nuestra es como la ciudad: una Feria que podría ir a más pero no la dejan. Y como siempre nosotros, los leoneses, encogiéndonos de hombros con tristeza simplemente nos resignamos y todo sigue como siempre... Supongo que es cierto eso que escribió Juan Pedro Aparicio de que «León no se sabe defender». De todas formas y a pesar de las contrariedades constantes que nos depara la política tenemos los libros como una medicina anímica y una lupa inmejorable para ver o corregir la realidad. Tenemos el refugio de los libros, el hospital de los libros, el trampolín de los libros, el puente de los libros¿ Tenemos los libros que nos ayudan a vivir con fe y a confiar en lo que creemos. Pero no nos conformamos. Queremos en León una Feria del Libro no a nuestra imagen y semejanza, no, sino una Feria del Libro a la altura de nuestros mejores sueños. Una Feria del Libro que nos acerque la literatura que queremos y también la que no sabemos que necesitamos, que nos incite a leer, que nos anime a salir de nosotros mismos y que nos traiga a la ciudad a los mejores autores de la actualidad editorial porque la Feria del Libro no es de derechas ni de izquierdas sino que es ese centro del que hablan los políticos sin saber algunas veces de lo que hablan, ese espacio de encuentro, ese momento en que lectores y escritores se miran a los ojos como si se intercambiarán las esperanzas. Queremos una Feria del Libro con un presupuesto ambicioso a la altura de nuestra valía como ciudad, y a la altura de nuestra imaginación. Una Feria del Libro que nos enorgullezca tanto como nos enorgullecemos del éxito de nuestros escritores¿ Los libreros, como ya lo han demostrado, pondrán para ello todo de su parte. ¿Y nuestras instituciones?