El paisanaje
La bien pagá
SE HAN llevado presa a Isabel Pantoja, viuda de Paquirri, banderillero insigne y el que mejor manejaba los garapullos antes que el Fundi, mamá de Paquirrín, el de otros cuernos, y ahora con el amor entre rejas por el ex alcalde marbellí Julián Munoz, de alias Cachuli en los carteles, el que llevaba los pantalones por el sobaquillo cuando era sólo camarero, según dice su ex chorva Maite Zaldívar, cuando hacían los dos gambas a la plancha. El juez acusa ahora a Isabelita de blanqueo de capitales porque le pillaron en el armario 50.194 dólares y unos 9.500 euros cuya procedencia no ha podido explicar. Lo de los euros pase, porque cuando cobramos la paga extra a algunos se nos amontona el metálico en casa, pero hasta en una ciudad eminentemente cosmopolita, como Marbella, es difícil que su señoría trague por lo de pagar el aperitivo en la moneda de George Bush. En total la calderilla que atesoraba aquel día la señora sumaba, al cambio del camarero, unos diez millones de las viejinas pesetas, que nunca llegó a ganar Paquirri ni en otras tantas tardes de gloria. Hasta aquí todo normal, como diría la Duquesa de Alba, consuegra viuda de Paquirri, a ver si nos entendemos en España. No lo es, en cambio, que el esposamiento de la Pantoja tuviera lugar a las once de la noche de un miércoles que Zapatero había ido de visita a la comisaría marbellí que investiga el «caso Malaya» y justo dos horas después de un mitin en el que prometió acabar con la corrupción «que sólo beneficia a unos pocos famosos». Puede que fuera una casualidad, cosa rara en el presidente, que, como los mariscales de la URSS, no va ni a mear, con perdón, sin tener un plan previo. O tal vez se deba a una maldición gitana. Rebobinando en el tiempo uno no puede menos que traer a la memoria a Lola Flores, colega de la Pantoja, a la que el ex ministro socialista Solchaga empapeló por ocultar, ay mi niña, cien millones en billetes verdes a Hacienda. Decía también entonces el Gobierno que no estaba dispuesto a tolerar fraudes fiscales ni siquiera a los famosos y el caso ocupó innúmeras páginas en los periódicos y ayudó a tapar a medias escándalos como los de Roldán, director general de la Guardia Civil, el de Vera y Barrionuevo con los fondos reservados del Gal, el de Mariano Rubio, gobernador del Banco de España que firmaba los billetes de mil, el de la presidenta de la Cruz Roja, la del BOE, Mario Conde, etcétera. Es curioso que el calendario de los gobiernos socialistas casi siempre coincida con el calentamiento de la corrupción, será por el cambio climático. Como hubiera dicho el difunto y arruinado viudo de la Faraona , gitano con mucha cuerda en la guitarra, «no soy el Pezcaílla que se muerde la cola». A lo que íbamos, mientras la tonadillera purgaba una noche entre rejas sus penas de amor con el ex alcalde Julián y el fisco -hay que ser muy romántica en estos tiempos para no hacer separación de bienes- De Juana Chaos paseaba al otro lado de la verja plácidamente con su novia y veinticinco muertos en la conciencia, si es que la tiene y es consciente. Y Otegui se presenta para alcalde o diputado foral de su pueblo. Pero de eso no se habla ahora en las televisiones, que es de lo que, a fin de cuentas, se trataba. Entre los palos del cante jondo andaluz hay uno que ha sido poco estudiado por los peritos en la materia: el de las carceleras, que con el de los martinetes de la fragua es de los más amargos y desesperados, según reconoce hasta la Guardia Civil caminera de García Lorca. Le da a uno en la nariz que hasta las próximas elecciones generales, pasadas las municipales, la cantaora Isabel va a tener tiempo sobrado para pleitos y ensayar la famosa copla con su amor munícipe para tapar otras escandaleras políticas: «Veinticinco calabozos/tiene la cárcel de Utrera/veinticuatro he recorrío/ y el más oscuro me quea». Ésta es la España cañí. Puede que la Pantoja esté pringada hasta el moño de defraudar a Hacienda, cosa que intentamos todos en la medida de nuestras posibilidades, que en el caso de un servidor son nulas y por eso cae en la depresión todas las primaveras coincidiendo con la campaña del IRPF. Mi médico de cabecera es el único que no se lo explica, pero está claro para Solbes, un tipo de aspecto saludable, aunque propenso a engordar. Por lo demás las noticias de estos días rejuvenecen. Quitando a la Lola Flores, que por la edad podría ser mi abuela, y a la Pantoja, que está unas cuantas quintas por encima de la mía, uno casi preferiría volver a la infancia de las escandaleras de Matesa, aquel telar, y el estraperlo del aceite de Redondela, cuando Franco. Ningún ministro de la época fue a la cárcel. Pagó el pato entonces otro famoso, Eleuterio Sánchez, el Lute , al que los periódicos acusaron de robar un par de gallinas. Está todo inventado.