Diario de León

Boff: «Benedicto XVI no logrará frenar la sangría de católicos»

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Carlos A. Moreno - río de janeiro
León

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El Papa Benedicto XVI será incapaz de frenar la actual «sangría» de católicos hacia otras religiones en Latinoamérica mientras no se muestre dispuesto a impulsar cambios en la Iglesia, afirmó el teólogo y ex fraile franciscano Leonardo Boff. «Por las manifestaciones ya anunciadas y por las restricciones hechas en el último documento Sacramento de Caridad, no hay esperanza de que el Papa consiga frenar la sangría», dijo en entrevista el ex sacerdote brasileño, uno de los más emblemáticos representantes de la llamada Teología de la Liberación. Uno de los principales objetivos de la visita que Benedicto XVI realizará a Brasil a partir del 9 de mayo es demostrar el interés del Vaticano en Latinoamérica, en momentos en que la Iglesia pierde importante espacio en el «continente de la esperanza». Según cifras oficiales, Brasil sigue siendo el país con mayor número de católicos en el mundo (unos 125 millones según el censo de 2000), pero el porcentaje de católicos en la población cayó del 83,3 por ciento en 1991 al 73,8 por ciento en 2000, y el de evangélicos saltó del 9,1 por ciento al 15,5 por ciento en el mismo período. «La principal responsable (por esa fuga) es la propia Iglesia, que es muy centralizadora y jerarquizada; margina a las mujeres y subestima a los laicos», según Boff. «Como no estimula -por el contrario combate- las innovaciones en las formas de manifestar la fe, la Iglesia se queda cada vez más fosilizada», agregó el teólogo, para quien la Iglesia necesita asumir «elementos de nuestra cultura negra, indígena y popular». De acuerdo con el sacerdote, los fieles ya no sienten más la Iglesia Católica como su hogar espiritual y salen en busca de aquellas iglesias que hablan su lengua y se hacen comprender. Boff citó como ejemplo el documento Sacramento de Caridad divulgado por Benedicto XVI, que incluye instrucciones «ridículas», como restringir el abrazo de paz durante la misa a una demostración con el vecino, sin alarde y muy formal. «Eso contradice la mentalidad del pueblo brasileño al que le gusta abrazar. Los padres bajan del altar para abrazar al pueblo. Una Iglesia que baja hasta estas cosas pequeñas deja de ser seria», afirmó. Boff considera que la Iglesia tiene que hacer uso de los medios de comunicación para dialogar con los fieles y frenar su fuga, pero desaprueba la actitud de sacerdotes carismáticos que se han convertido en verdaderos fenómenos mediáticos. «La Iglesia debe entrar en todos los espacios como cualquier gran institución. Pero lo que ocurrió fue que la Iglesia Católica aceptó la lógica del mercado y entonces surgió un tipo de sacerdote mediático que hace verdaderos espectáculos como si estuviese en algún programa de animación popular», afirmó. «La superficialidad es grande. Es la inflación de la emoción para ganar la guerra del mercado religioso disputado por otras iglesias mediáticas que usan los mismos métodos», aseguró. El teólogo desea que el mensaje que transmitirá el Papa en su visita a Brasil refuerce la línea ya asumida por el episcopado brasileño, que articula la evangelización con la justicia social. «Espero que sea un mensaje de apoyo a la lucha por los derechos de los pobres y que favorezca la participación de los laicos en la vida de la Iglesia, pues esa carencia hace con que muchos emigren y busquen otras denominaciones», afirmó. En ese sentido dijo esperar que la conferencia que el episcopado latinoamericano (Celam) celebrará en la ciudad brasileña de Aparecida y que será abierta por el Papa mantenga la línea histórica. «Hay una continuidad doctrinaria en la historia de las reuniones de los obispos del continente. En Medellín (1968) se introdujo la temática de la liberación, en Puebla (1979) la opción preferencial por los pobres y en Santo Domingo (1992) la adaptación del cristianismo a las culturas oprimidas. Aparecida no necesita agregar nada nuevo, apenas ratificar lo ya decidido», afirmó. Sobre el Papa Benedicto XVI, aseguró que, pese a que ahora es el responsable por toda la Iglesia, no ha mostrado ser diferente del cardenal Ratzinger que era responsable de cuidar la doctrina. «Hasta ahora no ha dado señales de un proyecto más abierto de Iglesia ni de buscar caminos diferentes a aquellos ya recorridos por Juan Pablo II y que él ayudó a formular. Él es el nítido Papa de transición. Por eso no innova en nada», afirmó.

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