Crónica de la oscuridad

Tras la tormenta llegó la calma. Pero la calma alumbró privaciones, ruina, destrucción y hambre. Y también mezquindad y crueldad entre los hombres. Mañana, y dentro de la Gran Biblioteca Leonesa de Escritores, el Diario entrega a sus lectores, por tan sólo un euro y medio, el libro Después de la tormenta , de Severiano Fernández Nicolás, obra en la que este autor nacido en Montejos del Camino en el año 1919 novela los difíciles años de la posguerra española. Licenciado en Derecho, Fernández Nicolás ha compatibilizado su traea profesional como secretario de juzgado con una intensa actividad literaria que inició como poeta. En 1950 publicó Las manos vacías , tres años más tard fue finalista del Premio Planeta con Tierra de promisión y con El desahucio gana el Premio Plaza y Janés en 1963. Otras novelas suyas son Las muertes inútiles , Las influencias , Crónica de un juez , Juicios de faltas , Chamberí ... También ha publicado sus memorias: Recuerdos (1998). La profesora de la Universidad de León Natalia Álvarez Méndez es la encargada de presentar al lector la vida y obra de este autor posiblemente desconocido para el gran público pero que logró describir, con inusitada fuerza, ritmo y maestría, una de las épocas más silenciosas, tristes y desoladas de cuantas le han tocado en suerte a este país. Como reseña Álvarez, «en esta obra se ofrece una narración objetiva de la cruda realidad de la posguerra española y en concreto de la problemática del estraperlo: mujeres que han de luchar contra la adversidad del momento. Una adecuada construcción de la trama, la austeridad y agilidad narrativa, y el dibujo vigoroso de caracteres y personajes, levantan una ficción en la que se conjugan la tensión novelesca con la reproducción fotográfica de la sórdida realidad vivida en los alrededores de la ciudad de León». Describiendo la técnica, resortes y estilo del autor leonés, Natalia Álvarez precisa que la acción arranca en 1943 de la mano de Salomé, «una joven viuda con cuatro hijos que, a consecuencia de la pobreza y la situación de miseria y hambre, ha de dedicarse al estraperlo con el fin de mantener a su familia. Para lograr este objetivo viaja en ferrocarril a través de pueblos como La Robla, Santa Lucía de Gordón, Veguellina, etc. Pero es una actividad peligrosa debido a su carácter ilegal, por lo que la protagonista ha de esconder la mercancía para evitar que los guardias la localicen». Huidas, accidentes, descarrilamientos, acoso de hombres, familiares que niegan su ayuda, enfermedad, un cuñado revolucionario que acaba de salir de la cárcel, traslados a Trobajo del Camino y la capital leonesa, multas... es el reflejo «angustioso y crudo» de una época que Nicolás Fernández Nicolás «enriquece con su capacidad para emocionar a través del reflejo sobrio y directo de la miseria de la vida misma».