CORNADA DE LOBO
Casa perdida
TIENE León una variadísima tipología de arquitectura popular porque aquí somos tierra de cruces y bruces y han de casarse los gustos vecinos, los usos propios, los saberes que llegaron por el camino y la adecuación ingeniada a los climas y los suelos de cada comarca: piedra donde la montaña, adobe donde el barro paramero, canto en la ribera, pizarra en tierra de esquistos... Como toda arquitectura no alzada por arquitectos, sino por albañilería popular y artes heredadas, tiene una belleza que hace a cada casa distinta de cualquier otra y una solvencia constructiva que mantiene sus muros por siglos, así sean de tapial, de piedránganos o de laja encuadernada en murete cabreirés. Pero como patrimonio arquitectónico, como libro histórico de la vida de esta tierra, ha sido sistemáticamente despreciado, desconocido y devastado porque no pocos se avergüenzan de la casa humilde en que nacieron y, así que les afloran duros al mal gusto, pagan el crimen, el asolamiento o el revoco infiel que desfigura y miente. O le echan olvido a la ruina porque les vale más el solar... o la devergüenza. Acaba de editar la Diputación un nuevo trabajo de inventario, estudio y propuesta de reaturación sobre tipologías constructivas leonesas, obra del arquitecto burgalés González Grinda, que ya en su día acometió el único y respetado catálogo de construcciones populares leonesas. En esta ocasión se proponen en el libro soluciones y criterios de rehabilitación. Por fin. Que le hagan caso será otro cantar; y que los untamientos decidan convertirlo en norma o guión para preservar lo que queda -que no es poco, pero aspira a nada-, será un improbable. Hace veinte años pugné inútilmente en esa diputación para acabar con la subvencionitis raquítica y electorera destinada a arquitecturas populares, sustituyéndose por asistencia técnica: nada de dineros agraviantes; los servicios provinciales de arquitectura harían gratis o baratito el proyecto de rehabilitación de quien lo solicitara. ¿Y?... No seas ingenuo, Pedrín, ahueca... Pudo hacerse entonces, pero en todos estos años llegaron dineros cachondos y yernos romos. Buena parte de la arquitectura popular sucumbió a piquetas y horteradas. Aquí yace sin responso; y sólo rezo para que el libro de Grinda no sea cebada al rabo de un burro muerto. Ya nos vale.