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| Análisis | Investigación en León |

El cultivo de la alubia o judía grano en la provincia de León

Una investigación realizada en nuestra Universidad ha recogido el material vegetal que representa la diversidad genética en la judía grano y ha diferenciado más de 50 variedades

Publicado por
T. Fernández - león
León

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La preocupación por los cambios atmosféricos ha estado presente en el hombre desde los tiempos más antiguos, debido a la finalidad práctica de su influencia sobre las cosechas y la obtención de pastos para la alimentación del ganado. Los instrumentos empleados eran las observaciones directas de los cielos, a veces en épocas determinadas del año, el grado de humedad de la tierra, y las creencias en seres míticos que gobernaban los fenómenos como la lluvia, la nieve o el viento. Estas interpretaciones empíricas o supersticiosas quedaron reflejadas en los presagios, proverbios, dichos populares y creencias, que en mayor o menor medida pervivieron en la mentalidad de las gentes de los entornos rurales, hoy día cada vez más escasos. Este tipo de información, referente, en concreto, a la provincia leonesa, es la que se recoge en el libro «Meteorología popular leonesa», editado por el Servicio de Publicaciones de la Universidad de León, dentro de la colección «Conocer León». Las fuentes para su elaboración fueron los vocabularios, canciones, cuentos y relatos costumbristas de las comarcas leonesas, así como los refranes y las creencias relacionadas con el tiempo atmosférico en la provincia. Temperatura, lluvias y luz El material recogido se ordenó considerando los meteoros o fenómenos atmosféricos más relevantes que caracterizan el clima de una región, como son, por este orden: la temperatura, la humedad atmosférica (con sus diversas manifestaciones en nubes, nieblas, rocío, escarchas y precipitaciones líquidas y sólidas) y los vientos. También se han incluido las tormentas, por su espectacularidad y por el gran número de de manifestaciones encontradas, con sus meteoros eléctricos (relámpagos y rayos), sonoros (truenos) y acuosos (granizo y lluvia). Asimismo, y debido a que el Sol es el astro que proporciona la energía necesaria para que se desarrollen los fenómenos atmosféricos, se ha incluido el capítulo dedicado a «La luz solar», donde se recogen los conocimientos populares referentes a la presencia de esa luz a lo largo del día o del año, incluyendo las fechas premonitorias de las cabañuelas (en torno a la Navidad) y los surtimientos (en los primeros días de agosto), así como los fotometeoros (las luces del alba o el ocaso, el arco iris y los halos de Sol o de Luna), que son fenómenos ópticos producidos por la reflexión, refracción, difracción o interferencias que experimentan la luz solar o lunar al atravesar la atmósfera en determinadas circunstancias. Algunos de ellos servían como pronósticos más o menos fiables para conocer el tiempo venidero, por ejemplo los arreboles rojizos de la tarde pronosticaban ausencia de lluvias para el día siguiente, debido a que la atmósfera más seca, difundía los colores rojos o anaranjados del Sol. Junto al texto, aparece un capítulo de imágenes, compuesto por unas treinta y cinco fotos de los fenómenos atmosféricos comentados anteriormente y realizadas, en su mayor parte, por Sergio de Cima, Pedro Redondo, José Enrique Redondo y José María Sánchez. Es de destacar también la aportación a este libro del profesor Miguel Cordero del Campillo, como corrector del texto y autor de un prólogo donde recoge algunas opiniones, ya clásicas, sobre el clima gélido leonés, como la atribuida al oculista y profesor de la Escuela de Veterinaria de León, Gumersindo Rosales Melendro, quien afirmaba que «el clima de León es bueno para bueyes y algún que otro canónigo». Vocablos, refranes y creencias Una parte importante del texto la constituyen los vocablos o términos acuñados en las comarcas leonesas, para referirse al fenómeno atmosférico como tal o a las consecuencias producidas por el mismo sobre las personas, animales y plantas. Ejemplos de lo primero serían los localismos para designar a las nieblas y neblinas: nebria y nebrina (Ancares), neblina (Babia), ñubrina (La Cabrera), ó neblina y ñebrina (La Cepeda). Manifestaciones de lo segundo, los términos encontrados para designar a los carámbanos o columnillas de hielo formadas durante las heladas: caramelos (Maragatería), candelas (Prioro), churros (la Valdería), cirios (Tierra de la Reina), xelebrerus (Ancares) y xelebros o xelos (Los Argüellos). Los refranes o dichos son incluidos a lo largo del libro, tanto como información de la presencia de un meteoro concreto: «Agua de junio temprana, males muy malos subsana», o como sabio consejo ante lo que se avecina: «Amaña pan para mayo y paja para abril, que no sabes el tiempo que ha de venir». Algunos de los dichos o proverbios carecen de sentido o lo tienen muy limitado o incierto, por cuanto se formaron a partir de interpretaciones erróneas o preocupaciones antiquísimas, sin el menor fundamento científico, mientras que otros incluyen avisos de gran sensatez, relacionados con la influencia de la meteorología sobre las actividades agrícolas o ganaderas, o con las simples ocupaciones de la vida ordinaria. Ciertos refranes mantienen su validez sólo en el entorno local, como éste que de la comarca gordonesa: «Encarnao pa Babias, señal de sol y no de agua», mientras que otros son dichos más o menos generales que se manifiestan en otros lugares de España como el que expresa que «Cuando el sol se recata, buen día cata», o el que informa que «Sol de invierno, sale tarde y se pone presto». Por lo que se refiere a las creencias relacionadas con los fenómenos meteorológicos, éstas reflejan las causas míticas o animistas que el pueblo ha dado a estos meteoros, así como a los medios de conjurarlos o librarse de ellos, siendo ejemplos de lo primero la vieja del arco iris, las brujas de los remolinos de viento y los renuberos de las tormentas, y expresiones de lo segundo, la creencia en el poder casi mágico de las campanas para alejar las truenas de verano.