Diario de León

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SALGO hacia Boñar a dar una charla escolar sobre convivencia y en mi vida me vi en otro brete, pues peliaguda es la cuestión y peliagudos sus ribetes, ya que estamos ante la palabra clave con la que el hombre abandonó su mandato natural y su destino de bestia para escaparse del palo y la pedrada e iniciar una evolución que le ha llevado a ser el rey del planeta... y de su destrucción. La naturaleza -creada por Dios según la teoría creacionista y regida por tanto por el amor divino- se fundamenta, sin embargo, en la insolidaridad y el mordisco, gracias a los cuales fue posible la evolución de los mejor dotados y el alumbramiento de este fascinante y maravilloso estallido de biología multicolor, de modo que cuando el hombre traicionó los planes celestiales siendo bueno y conviviendo, no matándose entre sí, ayudándose o cuidando a los tullidos y viejos que en otro caso o especie se hubieran ido al tacho directamente, traicionó la orden de los cielos que rige en el resto de la vida, de las plantas y los bichos obligados a devorarse unos a otros para que la vida siga su destino y salga el sol por Antequera. En la naturaleza no existe la convivencia. Otra cosa es la coexistencia, pero es hecho circunstancial. Lo propio es un quítate tú para ponerme yo, muérete tú para que engorde yo... y que los atunes se coman a las sardinas sin bendecir antes la mesa. Sin embargo, al hombre no le ha ido mal conviviendo, pues con ello logró aumentar su razonamiento y progresar en saberes y conquistas. Gracias a las renuncias de unos ganan todos. Pero sobre todo logró la civilización, la civilidad, la ciudad, el vivir todos juntos y hasta apretados sin partirse sistemáticamente la crisma. Aun así, el mandato biológico de acaparar, privilegiarse y destruir al adversario manda en las conductas, en los días y en las relaciones entre comunidades o naciones... y no te digo entre culturas o religiones que tantas veces se erigen en antagónicas y enemigas de tirria sarracena. ¿Convivirán palestinos e israelíes o, como mucho, coexistirían?... Y afinando el concepto del drama: ¿convivirán los palestinos con los palestinos?... ¿pueden convivir los españoles sin cegar las trincheras mentales desde las que nos disparamos tirando a dar?... ¿y es cierto que los países con más policías son precisamente los de menos convivencialidad?...

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