CRÉMER CONTRA CRÉMER
Fernando Suárez
CUANDO GENTES BIEN intencionadas y de no mal corazón, andan por las callejas buscando la sombra de Reyes discutibles para erigirles en la plaza pública, el homenaje en piedra de una estatua, como si en el tiempo en el cual estamos asentados y anotados no existieran figuras de relieve, dignos de ser recordados en piedra, se hace pública una noticia que debiera ser recogida y acogida con fruición y orgullo. Un leonés de corazón ha sido nombrado y tomó posesión de la plaza de número de la Academia de Ciencias Morales y Políticas -precisamente el día 8 de este mismo mes de mayo, cuando se asomó a la selección, de entre la rica veta humana de León- el excelentísimo señor don Fernando Suárez González, una de las figuras que dejará más profunda huella a su andadura por la política y por la convivencia civilizada. Y como da la feliz circunstancia de que, aparte sus vinculaciones políticas (y yo las mías) alcancé la fortuna de conocer y de entender su manera de ser, de pensar y de proceder, este reconocimiento de méritos supremos como miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, me ha llenado de justo orgullo y me ha movido a mantener contra viento y marea, mi admiración por lo que es, por lo que está siendo de continuo y por lo que en definitiva se impone: su saber, su entendimiento de la responsabilidad y su altísimo nivel intelectual, que le sitúa entre las figuras más relevantes de la nómina leonesa. Y pienso que nadie se nos ofrece con relieve más sobresaliente para que quien mantiene el honroso menester de provocar los nombramientos de Leonés del Año, sea a su vez elegido para asegurar este título y promover otro que consiste en aceptar su titularidad de Académico electo con serenidad, con gratitud, con admiración. Si aceptamos que el hombre es o se ve obligado a ser según la circunstancia, hemos de situar a Fernando Suárez entre los títulos que merecen ser incorporados y reconocidos. Si el acto que con tan fausto motivo se celebra en la capital de las Españas consigue romper los cercos que suelen rodear a la Sociedad leonesa y se repite en la tierra de su preferencia la idea de que los hombres importantes deben ser reconocidos por el conjunto de sus obras y por la señal que su paso haya podido dejar, nos debemos sentir obligados a destacar la fecha y el episodio como un signo de recuperación de las señales de identidad. El excelentísimo señor don Fernando Suárez González, ha sido elevado a la categoría de académico de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas y todos debemos felicitarnos y para no equivocarnos, recojamos las palabras de Borjes en Aleph : «Es absurdo que un hombre ante cuyos ojos se dilataba el Guadalquivir, celebrara el agua de un pozo»¿