La China que viene

MIENTRAS Estados Unidos pierde energías y confianza en Irak y los europeos nos dedicamos a tejer y destejer, como Penélope, el manto de la bella Unión Europea, China crece imparablemente y su gasto militar se dispara. Oriente Medio se ha convertido en nuestro entretenimiento informativo por antonomasia, el que nos distrae de todo lo que ocurre en Asia y no nos deja ver lo importante que es a diez años vista. China, la India, Japón y Corea del Sur marcan la pauta. Su crecimiento económico y el entendimiento entre sus militares están rediseñando el mundo. El resurgimiento de Asia es una realidad tan palpable -tan inocultable- como carente de presencia en nuestros medios de comunicación. ¿Acaso alguien cree que todo ese nuevo diseño no nos va a afectar? Todos aceptamos que sí, que nos va a afectar, pero casi nadie se atreve a decir cómo. Quizá porque nunca hablamos en serio de la cuestión. Lo cierto es que China compite ya abiertamente con Occidente en todos los mercados de materias primas de África y América Latina, y además se beneficia de un plus de relación obvio: nadie recela de que oculte intenciones neocolonialistas, que sólo se atribuyen a los ex colonizadores occidentales. Con habilidad, sutileza y rapidez, China avanza en todas esas posiciones, creando una excelente red de aprovisionamiento. Su crecimiento, aparentemente desordenado, responde a una lógica aplastante: cuenta con la mano de obra necesaria y a bajo precio para afrontar desafíos en todos los terrenos, y está solucionando con enorme acierto la captación de materias primas. ¿Qué es lo que viene? Un formidable competidor. No como lo fue la URSS, sólo en el plano político-militar. China quiere comparecer en una confrontación abierta en el ámbito de los mercados y las zonas de influencia. Esto es, acabar con un mundo unipolar, recuperar su relevancia mundial e imperar en Asia y Lejano Oriente. Japón y Rusia tienen mucho que decir, pero tendrá que ser en el espacio de la competencia, porque la locomotora china no se va a parar. Sufrirá crisis de crecimiento y períodos de conflictividad social, pero no se detendrá. Sobre esto debiéramos reflexionar más a menudo.