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GRITABAN desgañitándose en un mitin días atrás como es propio en lides electorales, pero rubricaban las retóricas huecas del líder con canturreos de grada voceada proclamando aquello de «a por ellos, oé, a por ellos, oé»... Hubo quien se escandalizó en tertulias y análisis por este comportamiento y quería ver en este estribillo el estribo de una llamada al asalto, a la arremetida, o sea, a la incivilidad que nos costó una guerra y estas trincheras cerebrales aún abiertas y reexcavadas en las que anda aún apostado medio país con mosquetón en la boca (como si fuera cuchillo de pirata entre dientes). No es para tanto, aunque es para tontos. Ese «a por ellos, oé» lo vocifera la gente en los mítines de la misma forma que también se le berrea el «campeones, oé» al que se pretende ganador, o sea, vencedor (tiene tesis la diferencia entre ganar y vencer). La cosa ocurre porque la pasión social, que ya no reside en la política, ni siquiera en las trincheras, radica hoy en las gradas del deporte espectáculo, en la exaltación de los colores propios que niegan los del adversario. La grada, pues, es hoy un escenario de representaciones sociológicas y de los sentimientos de una comunidad. Y como los partidos políticos se empeñan en desplegar sus liturgias y tedeums en polideportivos y canchas, ¿quién se extraña de que se cante al campeón jaleándole un «a por ellos»?... que son pocos y cobardes. En las gradas leonesas se conjugó de siempre el «títulus interruptus» hasta que un deporte impensable, el baloncesto, arrimó al fin el orgullo a la parroquia, aunque el altibajo congeló un tiempo el triunfalismo y ahora de nuevo, renace la autoestima con el ascenso de los cestistas cazurros a la gloria de la división fetén. Pero, sin duda, ha sido el balonmano quien instaló a León en la panoplia del respeto deportivo nacional. Ademar se llama la cosa y, en dentro, un nombre por encima de todo y de todos, Manolo Cadenas, artífice de la terquedad triunfadora, del esfuerzo, de la fe y de la gloria. Pero en fútbol somos calderilla que no alcanza glorias mínimas por más dinero público que devora el invento. ¿Por qué no fichan como entrenador de la Cultural al balonmanista Cadenas? No es una boutade; es sentido común. A este fútbol hay que meterle mano. Y así no se exiliaría Manolo.