Diario de León

Ruhel Ahmed, británico de 25 años, cuenta su paso por Guantánamo | Crónica | Polémica en la India |

«Me metieron en una jaula y teníaque defecar y orinar en un cubo» La situación de la «parroquia roja» llega a la prensa de media Europa Azafatas gordas, a tierra

El expreso participó en una conferencia en Murcia sobre esta cárcel con el título «El limbo de la verg üenza»

Amnistía Internacional sigue pidiendo el cierre de Guantánamo

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Ruhel Ahmed, ex preso de Guantánamo, explicó que cuando fue trasladado a este centro en 2002 le metieron en una jaula de 2'5 metros por 2'5 metros, sin darle alimento ni bebida, y tenía que defecar y orinar en un cubo. Este joven, de 25 años, nacionalidad británica y origen árabe, participa hoy en Murcia en un coloquio sobre Guantánamo titulado

, junto al director de Amnistía Internacional en España, Esteban Beltrán, en el marco del Festival Punto y Aparte. Ahmed fue detenido en Afganistán a finales de 2001, junto a otros dos amigos, por la Alianza del Norte, que los entregó al Gobierno de EEUU el 31 de diciembre de ese año. El ejercito estadounidense los llevó a la prisión de la ciudad afgana de Kandahar, donde los tres pasaron dos semanas, y, según narra Ahmed, les trataron , se les privó de agua y comida, y eran sometidos a interrogatorios constantes.Posteriormente fueron trasladados en avión a Guantánamo, donde le encerraron en una de 2'5 por 2'5 metros, de la que, al principio, no se le permitía salir. Según Ruhel Ahmed, pasado un tiempo, que no pudo concretar ya que no sabía , le dejaban salir de cinco o diez minutos al día para darse una ducha. De ese campo fue trasladado a otro, el , donde no se le permitía hablar con el resto de presos, ni ponerse de pie, a no ser que pidiese permiso. , dijo Ruhel Ahmed, quien explicó que se le acusaba de pertenecer a grupos terroristas islámicos como Al-Qaeda. A finales de 2002 le obligaron a firmar un documento en el que admitía su pertenencia a Al-Qaeda, después de que le mantuvieran aislado durante cinco meses, abusaran sexualmente de él; le amenazaran con sodomizarlo; le impidieran dormir, cambiándole cada quince minutos de celda, y no le diesen comida ni bebida alguna durante largos periodos de tiempo. Ruhel Ahmed asegura que no tenía información del exterior y que las cartas que recibía de sus familiares estaban . Durante el tiempo que duró su detención, Ruhel Ahmed intentó , pese a que con él, . .No fue hasta finales de 2003, cuando el Gobierno británico pudo demostrar que tanto Ruhel Ahmed como sus dos amigos no estaban en Afganistán, sino en Inglaterra, en el periodo en el que se les acusa de pertenecer a Al-Qaeda, y se les dejó en libertad sin cargos. La resistencia de los «sin sotana» de Entrevías, los «curas rojos» de la parroquia «rebelde» de San Carlos Borromeo, en las afueras de Madrid, que el arzobispado madrileño quiere cerrar, cruzó los Pirineos y atrajo la atención de la prensa francesa. El diario «Liberation» dedica una doble página a estos sacerdotes que «ofician en vaqueros y acogen a gente sin trabajo y toxicómanos», acusados de contrariar «las reglas eclesiásticas», según la jerarquía católica española, «una de las más conservadoras de Europa». En contra de la doctrina vaticana y la todavía palpable «nostalgia del 'nacional-catolicismo'» de la dictadura franquista, afirma el periódico, los párrocos de Entrevías ofician en ropa de calle y han abierto las puertas al culto islámico, con misas cristiano-musulmanas, dado el gran número de inmigrantes residentes en el barrio que profesan esta religión. Estos párrocos tan especiales ofrecen absoluciones colectivas y en algunas ocasiones cambian las hostias consagradas por rosquillas, más nutritivas, «no por provocación», Las azafatas de la India están en pie de guerra por la decisión del Tribunal Supremo de Delhi de respaldar a Indian, la principal aerolínea del país, en su decisión de dejar en tierra a las trabajadoras que no cuiden su línea. «Teniendo en cuenta la labor que desempeñan, las azafatas deben combatir sus protuberancias, controlar su cintura y mantener su peso en el nivel deseado de 'opulencia', según las normas» de la compañía, dictaminó el tribunal. La norma, a la que el Supremo de Delhi dio su visto bueno, se difundió a través de una circular interna hace poco más de un año en medio de la indignación de muchas de las azafatas, que vieron impotentes cómo eran destinadas a tareas terrestres si se ajustaban a su peso ideal. Enfadadas y preocupadas por la diferencia de salario que supone quedarse en tierra, varias de las afectadas denunciaron a Indian ante la justicia de Delhi, que dio la razón a la aerolínea al dictaminar que «el buen estado físico» debe ser parte integral de las condiciones de la tripulación. «En esta era de competición despiadada, ninguna aerolínea puede permitirse relajar ningún aspecto en absoluto, ya sea la personalidad de su tripulación o su estado físico en todos los sentidos», señala el tribunal en su sentencia, recogida por la agencia PTI. «Las azafatas están muy agitadas y no aceptan esa decisión», declaró el secretario del sindicato de trabajadores de Indian, J. Jabkadian, que mantuvo que «otras aerolíneas indias no tienen este tipo de restricciones».Recordó, en este sentido, que la segunda compañía estatal, Air India, no es tan estricta cuando se trata del peso de su tripulación, y se cuestionó qué sucederá cuando ambas aerolíneas completen su fusión, algo que sucederá en unos dos años. Hasta mayo del año pasado, a las azafatas de Indian se les permitía volar con hasta tres kilos de sobrepeso corporal (frente a los siete kilos de más permitidos en 1998 y los diez kilos de 1996), pero en una campaña de renovación de su imagen la compañía decidió que no iba a permitir ni un solo kilo de más. Air India, supuestamente más flexible cuando se trata de kilos, también tiene sus propias normas sobre el físico y edad de su tripulación: en el caso del peso, lo fija «en proporción a la estatura, según los estándares de la compañía». Hace cuatro años, Air India mantuvo una batalla legal con las azafatas mayores de 50 años, que vieron cómo la compañía las obligaba a «aterrizar».
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