Diario de León

Cosas de aquí

Tren pequeño, historia grande

La editorial Rey Lear reedita «El Transcantábrico», de Juan Pedro Aparicio, con más de cien deliciosas acuarelas de los artistas José Sánchez Carralero y Maribel Fraguas

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E. Gancedo - león
León

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Es uno de los símbolos míticos y ferroviarios de León, del León de siempre, el de los valles y las minas, el del paisanaje con tartera y conversación: es el tren Hullero, riberiego y montañés, la arteria de hierro y humo que pone en conexión nuestra tierrina con otras igualmente vigorosas e históricas, como la montaña de Castilla, Cantabria, el País Vasco. En 1982, el escritor leonés Juan Pedro Aparicio montó en este tren de vía estrecha y convirtió en sabrosa literatura de viajes sus paradas, anécdotas y gentes. El transcantábrico se convirtió en un clásico. Ahora, la inquieta editorial Rey Lear reedita aquella obra en un espectacular libro de 384 páginas y tapas duras que incluye más de cien ilustraciones a color, realizadas en acuarela, de los artistas José Sánchez-Carralero y Maribel Fraguas. La obra ha aparecido coincidiendo con la celebración de la Feria del Libro de Madrid, siendo uno de los volúmenes que más frecuentemente pueden verse en las diferentes casetas. Rey Lear recupera así, y en edición de lujo, la historia de un tren modesto pero cargado de extraordinarias historias de solidaridad, trabajo y amistad, la memoria de un tren que unía León y Bilbao para alimentar con carbón -y sangre- leoneses los altos hornos de la siderurgia vasca, un viaje compartido por viajeros inolvidables en medio de parajes de enorme sugerencia. La influencia del libro de Aparicio, uno de nuestros grandes autores actuales, fue tan decisiva que Feve bautizó uno de sus trenes de lujo -y que sigue, en parte, el itinerario del viejo Hullero hoy modernizado- con este inspirado nombre. Nuestro Transiberiano querido y cazurro, en suma. Una edición de lujo«La poderosa escritura de Aparicio ensanchó la estrecha vía de aquel itinerario y convirtió al maltrecho hullero en un dragón de hierro pegado al paisaje...» reflexionan desde la editorial Rey Lear a propósito de aquella obra de 1982 que probó «cómo un modesto tren sirve para construir una obra gigante». Porque ésta es una excelente oportunidad para reencontrarse con Chuchi, con el maquinista de Ponferrada, con Enedino, con Domitila, con los prados leoneses y las torres vascongadas.... con la emoción del viaje.

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