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Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

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YA SE ACABÓ, o lo supongo yo, la parafernalia nacional de las elecciones para renovar municipios y mecanismos autonómicos. Votaron los que tenían que votar y faltaron a la cita aquellos para los cuales todo pleito oficial u oficioso no es sino una manera de marear la perdiz. Resultado de esta situación y del comportamiento habitual del electorado son estas promociones de padrecitos de la patria, sobre cuyos hombros hemos depositado nuestra confianza y naturalmente también o sobre todo, nuestra experiencia de cambio. Porque en resumidas cuentas, y salvo algunas constantes que no hay quien las mueva a pesar de los años, de lo que se trata es de entrar en la dinámica del cambio. Que al final de la jornada se jubilen o les aparten los que han permanecido al calor de la cosa oficial y accedan a ocupar el solícito y abundoso manantial de las nuevas variaciones políticas. Y entonces, ahora quizá, ya podremos darnos cuenta de que no ha existido en puridad ningún cambio sustancial. Todo queda como estaba, con diferentes protagonistas, pero con el mismo son musical de los anteriores. A esto se le suele calificar de continuismo, que viene a querer decir que todo sigue igual, que parece que fue ayer y que haría bien el pacífico núcleo elector con no hacerse ilusiones, para evitarse los berrinches que suelen caracterizar los estados políticos y sus manejos¿ Que nadie se equivoque. Sin duda todos los vencedores son buenos y fieles y dignos y valiosos y llegan a sus puestos o cargos o trabajos con el mejor ánimo. Quisieran sobresalir en el cometido que se les asigna, pero como es bien sabido, no todos los hermanos eran valientes ni aptos. Y al final de la aventura, cumplido su oficio con más voluntad que sabiduría, volverán algunos al puesto del cual salieron, si es que salieron de alguno y otros vendrán que buenos les harán. Y transcurrido otro cuatrienio volverán a convocarse elecciones para el cambio y se formarán los grupos políticos para candidatos a lo que fuere menester y para lo que se les mande. Y se producirán los estados de gracia de las promesas (¡ay de mí, que prometer y no dar no descompone casa!) y se producirá inevitablemente la lucha de clases, de clases políticas se entiende y volverán los oscuros golondrinos sus nidos a colgar. Y el mundo seguirá andando, o mejor dicho dando vueltas hasta marear a la pacífica perdiz perdida en el sembrado. Así es la vida, Federica, un ir y volver, un girar hasta el mareo, un ponerme yo para quitarte a ti del puesto que ambiciono. Y durante otros cuatro años, salvo los apegados al cargo, que no se despegan ni con agua caliente, seguirán haciendo lo mismo que hicieron sus anteriores, sin apenas enmiendas o raspaduras. Y la ley de las elecciones como todas las leyes acabarán por convertirse en instrumentos de manipulación o de santa costumbre, durante otros años apasionantes de lucha por ocupar un puesto que nos ayude a vivir o mejor que nos promueve para un vivir superior¿ ¡Ciudadanos! Dormid descansados. ¡Habéis cumplido con vuestro deber! Que Dios sea loado y nos libre de las malas tentaciones de los recién llegados¿

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