Diario de León

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POR PARIRME junto a un río, Torío fue, no entiendo como patria un lugar que no lo tenga. La condena del páramo es maldición bíblica; y el desierto, la escenificación más aproximada a un infierno yermo. El río es arteria que cuando se sangra y se esparce lo fecunda todo a su paso. Bien lo sabía el ingenio romano, y aun más la ingeniería mozárabe de acequia y cármenes que trajo a León las técnicas orientales de aterrazar cultivos en ladera o hacer escalar el agua por paredes imposibles o desfiladeros. Así entenderás que puedas sentirte en un privilegio natural y gozar de él si, como leonés, aprecias el privilegio que te rodea, ese que se dibuja en una malla de veinticinco mil kilómetros de lechos por los que el río se insinúa en arroyos, se esculpe en torrenteras de peña o se confirma doctoralmente cuando se agolpa en caudales de anchura riberana, esos que pedían barcaza para cruzarlo allí donde no había puente... esos que hoy podrían presentarse en cualquier comisaría (menos la de Aguas, líbrenos Dios) denunciando el ser acosados, maltratados y violados. A cualquier mujer le harían más caso. Porque a hostiazo de hormigón le roban anchura y hasta le ponen aceras, con bacinilla infecta o calderazos de mierda le perfuman y con apresamientos o estiajes le roban la vida, la riqueza biológica, los peces y la honra. Así que debe celebrarse que la Semana Internacional de la Trucha que se clausurará este sábado se haya enfocado en esta edición hacia el río como asunto prioritario, como patrimonio, como inexcusable fundamento desde el que hablar después de pescas, deportes o aprovechamientos. El río, como lecho, es nuestro padre; y el agua, la madre auténtica, aunque algunos crean hoy que lo es la subvención, la escollera, el ordeño de kilowatios y la esquilmación de caudal para enriquecernos cebolleramente o en industrias y tallerucos que baldeamos a manta escurriendo su ponzoña de nuevo al río. Estanislao Calabuig corrió con el pregón de esta semana y dió también una conferencia magistral sobre lo que significará el cambio climático en nuestros ríos, aunque mucho me temo que cuando llegue el profetizado cambio de temperaturas y securas se encuentre con que en León ya le habrá hecho alguien el trabajo y la devastación. En ello persistimos.

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