Historia de un indiano

Misterio, intriga, recuerdos difusos de un mundo hace tiempo apagado, un viaje de ida y vuelta surcando el océano y una casa inmensa marcada por una sutil maldición. Hablamos de La invisible prisión , el libro del gran escritor, jurista, erudito y cronista oficial de Astorga, Luis Alonso Luengo, que mañana entrega el Diario -por sólo un euro y medio- dentro de su Biblioteca Leonesa de Escritores. Narra la novela, como recuerda Alfonso García, coordinador del suplemento literario Filandón y encargado de la presentación del libro, «la historia del indiano Santiago Villamil, que había zarpado rumbo a América sin Blanca Juana Manrique, con la que se había casado después de raptarla y a la que enviaba desde aquellas tierras fuertes sumas de dinero». Un día, pasados veinte años, de improviso, Villamil se presenta en Astorga, cargado de riquezas, e inicia la construcción de una magnífica casa en Hospital de Órbigo. «Abrumado por los recuerdos -escribe García- y por las aventuras vividas, el indiano inicia un extraño comportamiento y comienza a sentir un enorme vacío, desolación y soledad...» Una novela, pues, que se desenvuelve «entre lo lírico y lo costumbrista» al relatar la historia «de amor, soledad, ruina y muerte» de Santiago Villamil en su magnífica mansión de Villa Blanca, palacio sobre el que se depositó «un maleficio que llenó el ambiente de sombras y de misterio». Luis Alonso Luengo (Astorga, 1907-Madrid, 2003) desarrolló su carrera como juez en varias ciudades españolas y fue magistrado del Tribunal de Trabajo. Muy activo en lo periodístico, es dueño de una amplísima bibliografía investigadora con lo leonés como punto fundamental de incidencia y reflexión. Su obra creativa se compone de tres intensos títulos, uno de poesía, Estampas y madrigales , y dos novelas, La invisible prisión y La cigüeña de palacio . Junto con los hermanos Panero y Ricardo Gullón fue uno de los integrantes de la recordada Escuela de Astorga , grupo este último nacido en los felices años veinte en torno a lo que Luengo llamó «nuestros alegres periodiquines veraniegos», como La saeta y Humo . Por otro lado, fue el mismo Gerardo Diego el que inventó el nombre de Escuela de Astorga en un artículo aparecido en ABC en marzo de 1993. Entre los rasgos que caracterizaban a aquella señalada formación estaban, según escribió Luengo, «no sólo nuestra profunda amistad, sino el afán de que ésta se continuara enriqueciendo con aquella aura misteriosa de cultura que envolvía la vieja Astúrica». Además de lo ya expuesto, hay que destacar de Luengo los numerosos reconocimientos que recibió, entre ellos la Medalla de Oro de León, Leonés del Año, académico de la Real Academia de la Historia y Medalla del Trabajo.