Volver a Villafranca del Bierzo y a tí

LA POESÍA, entre otras cosas, es una forma enamorada de viajar. En este sentido regresar hoy a estas calles de agua dulce con la curiosidad de quien se busca a sí mismo y por eso te encuentra, y observar la suntuosidad del cielo, y renovarse, y reparar en la luz de este verano incierto de increíble belleza es un ejercicio tan moral como estético aquí, en la tierra sagrada que perdona al peregrino exhausto, en esta ciudad de los poetas melancólicos convertida ya para siempre en un posmoderno jardín del bien y del mal¿ Hay lugares que soñarlos apenas difiere de visitarlos... Hoy vuelvo a ti con la humildad de quien quiere aprender a estar. Sí, volver -con la frente marchita, cantaba Carlos Gardel- a ese verso costumbrista y surrealista llamado Villafranca y apellidado del Bierzo es una forma hermosa de recordar, recalar, de imaginar¿ Y por eso, como se vuelve a los clásicos o a los primeros amores, uno regresa sobre sus pasos a la Fiesta de la Poesía. Sí, hoy y mañana está de fiesta la poesía en esa villa inventada y como fuera del tiempo. Lo está en esta ciudad aparte en la que se vive como se viviría dentro de un cuento del buen abuelo del mundo: don Antonio Pereira. Por eso se encienden en esta noche de ronda los candiles, los momentos, los sonetos y hasta tus pechos dormidos que siempre se abren de pronto como ramos de jacintos. Te miro ahora pues desde aquí, desde esta acera en la que estoy escribiendo sentado, y tu porte vuelve a tener en mis ojos el brillo de lo nuevo: el tiempo debe de haberse enamorado de ti, gitana guapa, y por eso pareces un retrato inmortal de ti misma en medio de esta calle llamada del Agua. Mira, hay poesía mágica en el Bierzo... La hay en el intimismo colectivo que llena las calles y en este olor que tiene aquí todo a tabaco negro y a asignatura antigua, a madera noble, pan caliente, a vapor de biblioteca y flexo encendido al fondo de cada corazón¿ Por eso regresamos ahora a este cruce de caminos para celebrar que la poesía aún nos sintoniza el cuerpo con el alma. Villafranca romántica, resaca de todo lo creado, Gil y Carrasco y su hermoso realismo paisajista leído en las piedras y las cosas, cuerpo presente, ojos como manos, sí, piropo renovado y renobable como un fulgor del cielo atardecido preguntando a esta ciudad si en realidad un recuerdo es algo que tenemos o algo que hemos perdido. Oh, Villafranca interior, canción de Amancio Prada, oración de mi madre, título de nobleza, testamento de un ángel: vuelvo a ti y la poesía que celebras y encarnas se torna decisiva mientras camino por tus calles o historias de la mano de ella y desgastamos así, amorosamente, nuestras huellas dactilares. Tiene la Fiesta de la Poesía algo de golpe de efecto y otro tanto de lágrima por la revolución que no pudo ser pero, sobre todo, la Fiesta de la Poesía tiene mucho de abrazo en el que cabe el mundo mientras, alrededor, tiembla la tierra entera. Tiene el valor de los símbolos y el de las referencias como el lujo de la amistad que nos une a Aleja Domínguez y Mestre, o como su poesía que susurra a los lectores que la virtud a un tiempo elige y exige. Luz de cruce, salve celta a capela, ciudad que instruye el corazón colocada en nuestro recuerdo como una cruz en un mapa, Villafranca del viento enredado en un sueño, Villafranca del alma de cristal femenino de Elena, diamantina, lograda, ciudad hecha de páginas donde los personajes apenas si se distinguen de las personas¿ Hoy vuelvo a ti que sabes abrazar y sanar.