La policía china rescata a 468 esclavos cautivos en fábricas de ladrillos
La policía ha rescatado ya a 468 trabajadores en condiciones de esclavitud en fábricas de ladrillos del centro de China, tras las últimas operaciones llevadas a cabo en las provincias de Shanxi y Henan, informó ayer la prensa estatal. Entre los rescatados en las dos provincias figuran más de un centenar de niños -que eran vendidos por 50 euros o 65 dólares-, así como deficientes mentales y ancianos de hasta 70 años. En la provincia de Shanxi, donde se halla la mayor parte de las fábricas, se localizaron 251 esclavos, a los que deben añadirse los 217 de la vecina Henan, de donde proceden muchos de los trabajadores secuestrados y engañados, indican las informaciones publicadas ayer. Además, a los 120 ya detenidos por su implicación en las redes de venta de trabajadores se suman unos 38 arrestados en las operaciones de Shanxi, según la televisión nacional CCTV y la agencia oficial Xinhua. A la caza de los traficantes La policía de Henan ha lanzado una campaña de busca y captura de los secuestradores que captan a transeúntes en estaciones de tren y autobús para utilizarlos como esclavos en fábricas de ladrillos de provincias vecinas, para la cual ha dispuesto un enorme dispositivo de investigación en el que participan más de 35.000 personas. Mientras, los policías de la vecina Shanxi, acusados por familiares de los esclavos de permitir estas fábricas a cambio de sobornos, parecen por fin comenzar a colaborar en la campaña, que se centra en las localidades de Yuncheng, Jincheng y Linfen. En los últimos días se llevaron a cabo inspecciones en más de 700 fábricas. Según informó ayer el diario Nuevo Pekín , los menores de edad eran llevados a las fábricas con promesas de buen sueldo y mejor vida, pero si esto fallaba se les dormía con somníferos o se les empujaba directamente al interior de una furgoneta. El periódico publica además una entrevista con Chai Wei, un padre que lleva dos meses buscando a su hijo de 17 años, para lo cual ha visitado más de un millar de fábricas de ladrillos y ha gastado todos sus ahorros, sin que por el momento sepa nada de él. Chai cuenta que mientras buscaba a su hijo pudo ver en las factorías a decenas de chicos desesperados que le pedían ayuda para salir de ese lugar en el que estaban cautivos.