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Publicado por
Antonio Núñez
León

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EL OTRO día repusieron por no me acuerdo qué cadena de tele una película de Mario Moreno, Cantinflas, cuyo título también da igual, pero no el argumento, que me alegró la tarde y me hizo reír a mandícula batiente sobre la nueva polémica de la autonomía de León solo. Iban Cantinflas y su borrica de Méjico al desierto de Arizona con el propósito de recuperar la vieja mina de oro del tatarabuelo hispano y topó en la frontera con el guardia yanki de inmigración que no dejaba pasar a nadie si no era por un tranquero de tres metros como mucho y lo demás campo abierto. Después de un largo dialogar el gringo le dijo que pasara -tardó en encontrar la llave- pero no la burra, que tuvo que dar un rodeo a la retranca y desde entonces se supone que trotará por USA comootro inmigrante más sin papeles no más. «Cuidado con los apaches», despidió a ambos el hermano mayor americano haciendo la vista gorda y moviendo solidariamente el moreno bigote a lo tejano, porque allí, quitando a George Bush, todo el mundo desciende más o menos moreno de por aquí desde lo de Colón y no vale de nada ponerle puertas al campo o a lo otro (O a la otra, porque Condoleezza Rice es de un poco más abajo). Vamos a ver y a ver si nos aclaramos, mi cuate. ¿Por dónde se va a León solo y por qué un servidor va a tener que pasar la aduana para comprar un coche en Valladolid o un paquete de pipas, aquí al lado, en Villada (Palencia), preguntar por Facundo. Sólo faltaba que, además de encontrar de guardia a Silván al otro lado de la valla, tuviera que pagarle peaje de salida a Abel Pardo. Como la burra de Cantinflas prefiero dar un rodeo por Madrid sin tanta autonomía, pero siendo yo mismo y haciendo lo que me dé la gana, ahí no más. Desde el conde de Floridablenca, que fuera ministro de Carlos III, y ya ha llovido -sobretodo este año, a pesar de la ministra de sus calentamientos globales, señora Narbona- la cuenca del Duero siempre ha sido para los geógrafos una trampa de lobos que empieza por Portugal y acaba en el chorco de Soria. Es difícil escapar de estos andurriales. Hubo quienes, como don Francisco Silvela, en la cantinela del Reino de León que declamábamos en las escuelas de nuestra infancia -León, Zamora, Salamanca, Valladolid y Paaalenciaaá- quiso incluir a las Asturias de Oviedo. También cantábamos que de Castilla la Vieja eran, por este orden, Santander, Burgos, Logroño, Soria, Segovia y Ávila. No se lo he contado a mi niña por dos razones elementales: una, para que no se le agite más el tarro quinceañero; y, dos, para que me apruebe el bachillerato por el plan Juan Vicente Herrera. A los mapas administrativos no hay dios que los entienda. Sin ir más lejos y siendo yo seminarista la diócesis de Astorga llegaba hasta la portuguesa Bragança y aún hoy a las parroquias orensanas de Verín y la Rua Petín, pasando el Puente de Domingo Flórez. Más recientemente el disparate del actual sistema de autonomías empezó en el setenta y tantos cuando Martín Villa, después de pagarles una ronda a los catalanes de Tarradellas y los vascos de Arzallus, proclamó barra libre y dijo aquello de «café para todos». Ahora estamos de los nervios y lo que falta es tila. Así nos va. Hurgando en el pasado nos estamos volviendo cecina y quedando en los huesos como Doña Urraca y el gallo veleta de San Isidoro. Algunos, como los de la UPL, viven muy bien de este embutido mental, aunque a otros, que nunca hemos despreciado la cecina de chivo, se nos revuelven las tripas. Sólo falta que alguien del Bierzo ponga un botillo en el escudo de armas de sus antepasados. La pota está hirviendo. Se esperaba de la clase política local que en el asunto de las reivindicaciones autonómicas argumentaran razones, valga la redundancia, y no sólo el remoto testamento de un retatarabuelo. Como diría Cantinflas contando con los dedos, quedamos en León medio millón de paisanos, de ellos un tercio jubilados, otro tercio amas de casa y niños de teta y el resto funcionarios, menos aproximadamente un diez por ciento de población activa. ¿Dónde está la mina del rey Salomón o el viejo reino del abuelo Ordoño? En Valladolid y Arizona no, desde luego, pero lo que es en León sólo menos todavía. Puestos a rebobinar en el tiempo, servidor pondría a los de la UPL de picadores a destajo en Las Médulas. Aunque a lo peor encuentran el plano de Sancho el Craso y vuelta la burra al trigo. Aburre ya toda esta maraña de leonesistas de salón que quieren ponerle otra vez puertas al campo y, ya de paso, a la historia. Otra reposición de cine. Vuelve Cantinflas, el que inventó la moda de los pantalones por la cadera, que mi hija cree posmodernos. Como Cantinflas en lo de las autonomías fronterizas rezó a Dios para que no se le caigan.