¡Qué vivan los novios!
Claro que quiero, maragata
San Justo de la Vega fue el sábado escenario de un enlace matrimonial con los típicos alicientes maragatos, tales como canciones y bailes al son de tambor y castañuelas
Nervios y prisas, pero sobre todo caras de felicidad y deseos de que la buena suerte acompañe en el viaje que esta joven pareja acaba de iniciar. La localidad de San Justo de la Vega fue testigo el sábado del enlace matrimonial entre Vicente Pérez García y Cristina San Juan Rábanos, ambos naturales y vecinos de este pueblo del Tuerto que fue objeto de una celebración por todo lo alto en la que no faltaron los típicos alicientes maragatos debido a la procedencia de ella, el entrañable y lleno de historia pueblo de Lagunas de Somoza. Los sones de tamboril, flauta y castañuelas comenzaron a poner ya las notas festivas a media tarde, recorriendo las principales calles de la localidad en busca de los protagonistas: los novios, quienes estuvieron desde el primer momento arropados por los más allegados. Como no podía ser de otra manera, tal y como manda la tradición en la comarca maragata, una gran enramada elaborada a base de hiedra y laurel vestía desde el día antes los hogares familiares del, ahora ya, matrimonio sanjustino. Una decoración que ha contado con el esfuerzo de varias personas y muchas horas de dedicación, y que fue sin duda uno de los más destacados emblemas de este enlace al más puro estilo maragato. Ese plato que ahí va Aunque no se corrió el bollo, no en vano la boda contó también con otros elementos típicos de la maragatería, como el regalo maragato ; uno de los que más emoción y curiosidad despertó entre los propios novios y entre el más de un centenar de comensales que acudieron a degustar la cena ofrecida en el hotel bañezano Bedunia, tras el «Sí, quiero» que afirmaron ante don Julio, sacerdote de la iglesia parroquial de San Justo que ofició la misa. «Ese plato que ahí va, muy bien tapado con otro, nadie lo destapará más que los señores novios; eso sí que lleva gala, eso sí, que nosotros, nada». Tras este cantar, les fue entregado a novios y padrinos -Sergio y Angelines- regalos de boda que incluyeron desde guindillas «para entrar en calor» hasta el chupete y patucos realizados a mano, aludiendo a que «todavía falta algo por llegar a la vida de esta pareja», relataba la abuela Adelina. Por lo demás, el enlace se celebró en un ambiente festivo y cordial desde el primer momento. No faltaron ni cohetes ni bebida, para alegrar la fiesta, ni marisco o embutido casero que, junto a la tarta de novios , pusieron los ingredientes necesarios para celebrar por todo lo alto la unión de estos dos jóvenes. Ahora, sólo queda desearles que sean felices y que la suerte les acompañe en este viaje que inician juntos. ¡Enhorabuena! y ¡Qué vivan los novios!