Diario de León

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EL EMBALSE de Riaño fue cosa de Franco; su erección, pero no la idea. Fue proyecto de la II República y su ministro de Obras, el socialista Indalecio Prieto. Desde los años treinta las gentes del valle se supieron con fecha de caducidad cuando se levantara el tapón de cemento del dique de La Remolina. Don Indalecio soñó embalses para redimir la España paramera. De su gabinete salió el sesenta por ciento de presas que inauguró el franquismo. El regeneracionista Joaquín Costa imaginó también la geografía del predesierto ibérico salpicada de pantanos-aljibe para que la sed y el horizonte agostado no siguiera sangrando poblamiento rural y matando un campo ya herido por latifundios, incurias o ignorancias. Curiosamente, fue décadas después la España verde, la dueña del manantial, la que se despoblaría. Los valles de estos nortes hacían maletas, los jóvenes de la montaña buscaron el pan lejano en la siderurgia bilbaina, arrabales vallisoletanos o en los madriles tenderos y funcionarios. Emigración en masa. En Riaño hubo otro argumento trágico, el embalse, siempre haciéndose y posponiéndose como un lobo anunciado que no acababa de venir. Sus gentes, mal que bien, no se oponían al desalojo. Llevaban cincuenta años mentalizados, así que los dueños del sitio acataron la fatalidad. Pelearon y perrearon, pero por justipreciar un crimen dado por necesario. Más tela. Otros dueños morales de este santuario natural alzaron la voz. También era un patrimonio que nos robaban a todos. Se ensayó un gesto de barricada testimonial. El lugareño se vio respaldado y le valió para avalar demandas o su legítima picaresca ante quien chuleó su cuna y le robó el horizonte. El embalse era desmedido, desaconsejado, gran coste humano. Resueltos pagos, descompuesta la vida de pueblos y tejido social, la disyuntiva era embalsar allí agua o dos mil hombres blancos que no vivirían de recursos tradicionales, sino de servicios y de un turismo de peligrosa penetración en toda aquella reserva natural de Mampodre o Picos. Medioambientalmente, ¿qué era peor?... Pues se hicieron ambas cosas inventando un nuevo Riaño como pueblo-mentira, cataplasma al rabo... doble inundación... y quizá la del agua no fuera la peor, mientras los pueblos que no anegó pero sí jodió el embalse, siguen esperando... a nadie.

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