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Cosas de aquí | Un poeta olvidado

El trovador de Villafranca

El Diario entrega mañana la obra «Flores del Bierzo. Lozanas y mustias», una colección de ensayos literarios escritos con pasión por Francisco de Llano y Ovalle

Imagen antigua de la Calle del Agua de Villafranca del Bierzo

Publicado por
M. Pérez - león
León

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Francisco de Llano y Ovalle (Villafranca del Bierzo, 1871-1945) es uno de esos poetas que ha caído en el olvido. Diario de León entrega mañana dentro de la imprescindible Biblioteca Leonesa de Escritores la obra Flores del Bierzo. Lozanas y mustias, que, como declara su propio autor, es «una colección de ensayos literarios acerca de algunas generalidades del Bierzo», en la que se incluyen también algunas narraciones y hasta una guía artística y monumental de su querida Villafranca del Bierzo. Se trata de un libro de juventud, escrito con la pasión y la amargura de un universitario enamorado de su «país», de una «región» tan bella como desgraciada en los últimos años del siglo XIX y primeros del XX. De Llano y Ovalle se licenció en Derecho por la Universidad de Valladolid. Comprometido con el desarrollo material y espiritual del Bierzo participó activamente en la vida periodística y teatral de su idolatrada Villafranca, redactando numerosos artículos de prensa y escribiendo algunas piezas dramáticas, como La rica heredera o Tío Pepe , inéditas hasta hoy. Pero fue sobre todo un poeta que no dejó de componer y publicar versos muy aplaudidos en su época. El escritor berciano Ramón Carnicer llegó a decir de su paisano: «Yo admiraba su vitalidad, su espíritu comunicativo, su alegría expansiva. Lo veía con frecuencia porque mi casa estaba al lado del Ayuntamiento, del cual lo recuerdo siempre como secretario, y aunque eran muchos los años que nos separaban, se prestaba siempre al diálogo y comprendía muy bien los sentimientos de la gente joven, acaso por aquella alegría, propia de la juventud, que nunca le abandonó, al menos hasta que dejé de verlo, hacia 1934». Tal y como asegura José Luis Suárez Roca en el prólogo del libro, Francisco de Llano y Ovalle «fue ante todo un poeta, uno de esos desdichados poetas menores de provincias cuya gloria apenas sí perdura lo que dura cualquier generación, trovadores cuyas composiciones se hallan desperdigadas por los periódicos y revistas de la época en que se publicaron y que por desgracia aún no han sido recogidas en un libro. Muy aplaudido en su tiempo debió de ser el poema titulado Vespertina , a juzgar por la rápida o glosa que le dedicó Nicomedes Martín Mateos en un número de abril de 1913 en El Heraldo del Bierzo». Junto a la descripción de una época, un paisaje y unas gentes, Llano y Ovalle lleva a cabo una labor de recopilación de lo que hoy pueden considerarse «reliquias filológicas», términos que usaban los bercianos humildes, palabras y locuciones propias de la modalidad dialectal galaico-berciana. Por ello, Flores del Bierzo. Lozanas y mustias permite adentrarse en un mundo que se ha perdido y, al mismo tiempo, recuperar a un poeta tratado injustamente.