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Las mujeres siguen trabajando 3.5 veces más en casa, hasta una media de 560 horas anuales

Los padres quieren estar más con sus hijos pero sólo pasan 22 minutos al día

El estudio «Los hombres jóvenes y la paternidad» revela un cambio de roles en las familas Los nuevos

Publicado por
Alicia Fernández - madrid
León

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Las nuevas generaciones de padres están cambiando su modo de afrontar el entorno familiar. Se destierran los roles diferenciados donde ella cuidaba del hogar y él se ocupaba de la economía doméstica, el reparto de tareas es la norma y se pasa de la figura autoritaria y distante del padre a una relación más afectiva con los hijos. Estas son algunas conclusiones del estudio 'Los hombres jóvenes y la paternidad' realizado por Inés Alberdi, catedrática de Sociología en la UCM y Pilar Escario, presidenta del Instituto de Investigación Social ADVIRA. El informe ha sido patrocinado por la Fundación BBVA. Tras realizar alrededor de cien entrevistas en profundidad en varias capitales españolas, las autoras de esta investigación advierten que las empresas «deben entender que los hombres tienen igual derecho a la paternidad que las mujeres» y piden cambios para que pueda ser un «trabajador de primera fila» y compaginarlo con el disfrute del cuidado de los hijos. El cambio de mentalidad en los hombres se está produciendo, pero el entorno laboral se configura como el principal problema al que se enfrentan, concretamente a la hora de conciliar vida doméstica y trabajo. «Se les reprocha que pidan bajas por paternidad al entender que es algo para las mujeres», dijo Alberdi. Estas trabas impiden el deseo de los españoles de conseguir un modelo familiar simétrico donde ambos progenitores tengan las mismas funciones. Tanto Alberdi como Escario proclamaron que la «igualdad de género implica el derecho de los hombres al disfrute de la paternidad». En sus manos está su reivindicación. Familias diferentes Las autoras señalaron que la sociedad española ha sufrido enormes transformaciones en las últimas décadas, y aunque la familia se mantiene como institución fundamental, circunstancias como la progresiva incorporación de las mujeres al trabajo remunerado, las mejoras en el sistema educativo y el reconocimiento legal de la igualdad de género han transformado su estructura radicalmente. La diversidad en los tipos de familias es uno de los cambios más acusados. El hogar tradicional pierde terreno frente a las viviendas unipersonales, las monoparentales y aquellas donde aparecen parejas sin descendencia o en las que conviven personas del mismo sexo con o sin hijos. Otro cambio importante es la prolongación de la convivencia con la familia de origen hasta edades más avanzadas debido a las dificultades para acceder al trabajo y a la vivienda, que da como resultado la falta de entrenamiento doméstico de muchos jóvenes. Ante estos hechos, la elección de ser padre supone un cambio fundamental en la transición de la pareja. «Ahora los hijos no son una consecuencia natural del matrimonio y se aplaza lo máximo el momento de tenerlos, hasta verse capacitados para mantener económicamente la familia, además de que se negocia con la pareja esta decisión», resaltó Alberdi. Ambas investigadoras señalaron los cambios sufridos por el hombre que asume esta nueva estructura familiar. «Se suavizan las aristas profundas del machismo al establecer más relaciones y más intensas con los hijos y se aprende a cuidar de otras personas», señalaron. No obtante, argumentaron que lo más importante, son las consecuencias más allá de la familia, pues «se puede romper con el modelo patriarcal tradicional». Para Alberdi y Escario esto supondría un cambio fundamental que podría erradicar de la sociedad los estereotipos sexuales que tanto perjudican a las féminas. Pero, sin duda, los grandes beneficiados de este cambio de mentalidad son los más pequeños de la casa, que al pasar más tiempo con ambos progenitores muestran un mejor desarrollo escolar, una actitud más positiva y un comportamiento más saludable que cuando es sólo la madre la que se dedica a estas tareas, además de que crecen ya con la mentalidad de un modelo igualitario entre los progenitores. Con todo, España aún se encuentra en un proceso de transición. Y es que aún los hombres dedican muchas menos horas al cuidado de los hijos que las mujeres y, cuando lo hacen, no es por iniciativa propia sino porque su pareja se lo pide. En concreto sólo dedican 157 horas al cuidado de su prole frente a las 561 horas anuales de ellas. «Se les reprocha que pidan bajas por paternidad al entender que es para las mujeres» INÉS ALBERDI Catedrática de sociología en la UCM

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