Diario de León

CRÉMER CONTRA CRÉMER

La espadona del Cid

Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

Creado:

Actualizado:

SE HA INTERFERIDO entre la polvareda natural que se levanta en todas las peregrinaciones electorales para suministrar concejales, presidentes y demás gente de buen vivir, un verdadero suceso, que para los leoneses no tiene tanta importancia como al parecer tiene para los nacidos o recriados en Burgos: La espada del Cid Campeador, aquel que cabalgaba, desterrado por el Rey, con doce de los suyos, que dijera Manuel Machado. La Tizona, que así fue bautizada la espada para general conocimiento y susto de la morisma, permanecía en poder de un señor Marqués de no sé dónde y éste, para garantizarse de la seguridad de su histórica propiedad, la puso a buen recaudo en el Museo de los trofeos militares. Pero sin duda, tal vez, quién sabe, al señor marqués, posesor de La Tizona, le atrajo la idea de ponerla en venta, no por otra razón, sino por la de convertir un objeto de museo en joya académica y popular. Y puesta en venta consiguió el vendedor un precio por tan preciado objeto del deseo de cerca de dos millones de euros, que viene a ser lo que suele valer un terreno para edificar viviendas de lujo. Con tal fausto motivo se suscitó tal algarabía sobre la identidad del espadón, que tuvieron que intervenir las representantes de la Cultura castellano y leonesa, Silvia Clemente, empeñada en mantener que la espada era legal, que no había fingimientos ni bautismos cananeos y los no menos informados del Ministerio de la misma Cultura que la de doña Silvia, el cual ministerio vino a decir que se dejara el país de ficciones, que para eso ya tenemos bastante con la batalla de Clavijo y su pendón y derivaran los dineros hacia las huchas de la Santa Infancia o para caldo de los que llegan en patera; que ciertamente aunque el espadón fuera de verdad y no una invención serviría para una obra de socorro necesario para elevar los niveles económicos de muchos ayuntamientos. La espada verdadera o falsa, reposa en su lecho natural, que es el museo de Burgos, entre Don Cid y Doña Jimena y se espera, a pesar de los exabruptos que ya ha provocado el pleito, que habrá paz y nadie desenvainará la Tizona para hendirla sobre carne enemiga, borrando de los textos recién nacidos ese que atribuye al Ministerio de Cultura, un ataque de cuernos. Porque no es para tanto ni para tantos. A los leoneses esta peripecia les afecta menos porque Don Suero de Quiñones usaba lanza, para dirimir querellas de amor en puente de Hospital de Órbigo. A mí personalmente deja frío el lance porque ya estoy acostumbrado a bravuconadas, sueristas o cidianas y no está el horno español para bollos. Y dejemos que el Cid le tome juramento a su rey para que se pueda permitir después aquello de que quiero daros tierras mías aunque me echeis de las vuestras, que así paga el diablo a quien bien le sirve.

tracking