Las plantas también lloran

¿Tienen las plantas algo similar a sentimientos? ¿Hacen algo más que nacer, crecer, polinizar y morir? El antropólogo de Veguellina de Órbigo Carlos Junquera Rubio, tal y como han venido sosteniendo los chamanes peruanos desde hace milenios, piensa que sí. Y ahora lo revela en un sorprendente estudio que llega precedido de once años de trabajos y múltiples encuentros con curanderos y sacerdotes. Tras esta larga convivencia -mantenida sobre todo con los miembros de la tribu harakmbet de la selva Madre de Dios- y muchos años de reflexión en Europa, hoy este antropólogo leonés respalda en sus escritos las creencias de los chamanes de aquella comunidad: «Existen plantas sagradas como el toe, el ayahuasca y muchas otras que poseen espíritu y poderes especiales». «Hay algo más que vive en ellas y que requiere estudios profundos», propone. Comenta también que para el chamán o curandero, el ayahuasca no es tan sólo un alucinógeno: «Es alguien con quien hablar. Existe, sí, un diálogo invisible entre el hombre y la planta, y siempre ha existido a través de la historia». Hace ya más de una década, Carlos Junquera llegó con su mochila y se instaló en una comunidad de indios harakmbet de Puerto Maldonado -a 530 kilómetros del Cuzco- ciudad cuyo entorno se tiene por la más rica reserva biogenética de toda la selva peruana. «Para los chamanes, la planta del ayahuasca es la materialización de un espíritu venerado que otorga poderes de ver, oír, sentir y percibir todo el universo natural de la vida y la muerte», expresa Carlos Junquera, autor de varios libros de etnología y antropología (entre otros, varios sobre temas leoneses) y actual profesor de Etnología de la Universidad Complutense de Madrid, quien hace poco publicó el revelador volumen Chamanismo en el Amazonas . Demostrar que hay plantas que poseen algo similar a espíritu y conocer los milenarios conjuros y cantos, manipulados e invocados por el chamán, constituye toda una novedad y es la primera vez que esta misteriosa literatura oral es estudiada y publicada con fidelidad. Una propiedad, pues, que no suele aparecer en los libros de botánica convencionales.