El sector se incrementa en la UE entre un 20 y un 40% anual, según los países
Alimentación ecológica, una alternativa para los consumidores Desde hortalizas a carnes frescas
España posee más de 926.000 hectáreas y 19.200 productores y elaboradores
Durante los últimos años se ha producido en la UE un crecimiento espectacular de la producción y consumo de alimentos ecológicos (entre un 20 y 40% anual dependiendo de los países) y, si se tiene en cuenta la evolución experimentada en EEUU, las expectativas son excelentes porque los consumidores están dispuestos a pagar algo más por alimentos considerados como más sanos y nutritivos. El nuevo reglamento sobre alimentos ecológicos, aprobado por la Comisión Europea, refuerza su calidad y pone fin al vacío legal sobre la presencia accidental de restos de organismos modificados genéticamente (OMG). Así, sólo se autoriza en los productos ecológicos hasta un 0,9% de OMG que cuenten con autorización de la UE. En el caso de los alimentos convencionales se prevé que a partir de un 0,9% de restos de transgénicos el producto tenga que expresar en su etiqueta que «contiene OMG» o que «está hecho con OMG». Aunque las organizaciones agrícolas y ecologistas consideran que la nueva normativa va en contra de los deseos de consumidores y productores, desde Bruselas se afirma que este límite es el más razonable y que establecer porcentajes inferiores hubiera sido prohibitivo y poco realista, ya que a muchos agricultores les hubiera resultado casi imposible dedicarse a la producción ecológica. Evitar confusiones Al finalizar el año pasado, había en España más de 926.000 hectáreas dedicadas a cultivos ecológicos, cifrándose en 19.200 la cantidad de operadores (productores y elaboradores). Las estadísticas reflejan que, aunque la mayoría de los españoles no consume alimentos ecológicos, nueve de cada diez estarían dispuestos a incluirlos en su cesta de la compra si fuesen más fáciles de encontrar, si se conociesen sus características y si fuesen más baratos. Por eso, ante la creciente demanda, el sector pide más ayudas para fortalecerse, potenciar la distribución e informar mejor a los consumidores. Según se recoge en un artículo publicado en la revista Consumer-Eroski, los alimentos ecológicos tienen ventajas e inconvenientes porque, el hecho de que sea positivo que en su cultivo no se utilicen plaguicidas o restos de abonos químicos, son productos que poseen riesgos inherentes al propio sistema productivo, por lo que deben ser controlados y verificados de forma específica para que, una vez que el mercado los acepte, no se convierten en una fuente de problemas sanitarios. Si el Codex Alimentarius define a la producción ecológica como un sistema de ordenación de la producción que promueve y mejora la salud de los sistemas agrarios, con inclusión de la biodiversidad, los ciclos biológicos y la actividad biológica del suelo, esto no implica un sistema cerrado, que sólo permite una manera de cultivar o criar animales, sino una adaptación de los sistemas a las condiciones regionales de cada lugar. Por tanto, pueden darse diferencias dependiendo de las regiones y países. La agricultura ecológica se basa en cuidar la fertilidad del suelo, reduciendo la generación de residuos y respetando la biodiversidad, así como lograr un máximo rendimiento de los recursos naturales del propio suelo, el agua y la luz solar con el consiguiente ahorro de energía en su proceso de producción. Por eso, es importante que exista una clara diferenciación que evite en el mercado la presencia de productos con denominaciones similares, siendo el principal problema la asociación con términos como natural o saludable. Un alimento ecológico ha de tener un etiquetado claro que lo identifique y que no puede ser compartido por otros alimentos. Aunque no existe ningún estudio científico que haya demostrado que los alimentos ecológicos son de mayor o menor calidad que los tradicionales, se pueden considerar una serie de parámetros como la cantidad y calidad de nutrientes. En este sentido, las frutas y verduras ecológicas tienen más vitaminas y minerales, debido a su menor contenido en agua. Además, al carecer de fertilizantes y productos químicos hace suponer que se reduzcan las enfermedades derivadas de su acumulación en el organismo. En Castilla y León existe una amplia oferta ecológica, fruto de la diversidad productiva y capacidad innovadora del sector. Su creciente desarrollo está en consonancia con la evolución del mercado, ofreciendo indudables ventajas en productos como hortalizas, patatas, huevos, legumbres secas, aceites, carnes frescas, quesos, lácteos y vinos, así como en especialidades específicamente regionales. Desde el Consejo de Agricultura Ecológica de Castilla y León se afirma que existen 12.639 hectáreas de cultivos ecológicos, de las que más de 5.700 se destinan a cereales y leguminosas. Pastos, praderas y forrajes ocupan el segundo lugar, con 4.800, seguidos por los cultivos de barbecho y los de vid, con 1.303 y 575 hectáreas, respectivamente. Al finalizar el año 2006, el sector contaba con 234 productores y 82 elaboradores y comercializadores, con unas ventas que superaron los 12 millones de euros, cuatro más que el año anterior. Nuestra Comunidad produce de forma ecológica cualquier tipo de alimento que pueda demandar el consumidor y la diferencia de precio respecto a los convencionales se debe sobretodo a un incremento en la distribución ya que, según el citado Consejo, sólo por ser productos ecológicos se les añade un margen mayor que a los tradicionales. Los expertos reclaman una organización de mercado para aumentar los puntos de venta porque, aunque cada vez son más las grandes superficies que comercializan estos productos, faltan las pequeñas tiendas y los supermercados medios.