| Visto y oído |
Cien años¿ y algunos más
Serafina García, que cumple su sueño de llegar a ser centenaria, recibe un cálido homenaje de sus familiares y de sus vecinos de La Mata del Páramo
Toda una vida a sus espaldas Cien años de absoluta sencillez, humildad inquebrantable y cariño infinito. Cien años de trabajo, dedicación familiar e inmensa honestidad. Cien años de vida ejemplar, de inacabadas conversaciones y elocuentes silencios, de inquietudes y conformidades, de recaídas y fortalecimientos, de buenos y mejores ratos, de esperadas briscas e inesperadas e infrecuentes visitas. De vida ejemplar. Cien años viendo la vida pasar como si nada pasase¿ porque cien años no son nada en el bagaje de quien los ha recorrido y llega a la meta -la meta propuesta, que no el final- con semejante entereza física y una clarividencia ciertamente inquebrantable con la que la naturaleza privilegia sólo a los mejores. Cien años¿ un centenario. Y como si nada. Familiares y vecinos de La Mata del Páramo, pueblo en el que ha transcurrido casi toda su vida, y de San Martín del Camino, de donde es originaria, rindieron hace unos días un sencillo y emocionado homenaje a Serafina García Mata. La vecina de mayor edad del municipio de San Pedro Bercianos cumplió el pasado día 22 cien años. Sus primeros cien años. Era una aspiración muy íntima de Serafina, reiterada y modestamente manifestada en muchas ocasiones a su entorno más próximo, eso sí, siempre seguida de la piadosa coletilla de «si Dios quiere». Como si Dios fuese a poner algún reparo a tan solícita demanda. Era una aspiración, pero, lógicamente, también una oportunidad para recibir el reconocimiento y el cariño de quienes la han acompañado al menos en un trecho, aunque fuese corto, de ese largo camino que ha sido -es todavía, y que lo sea por mucho tiempo- su vida: un remanso de paz -paz interior-, infinito sosiego A la fiesta se sumaron todos los hijos de Serafina y el hace tiempo desaparecido Santiago -José, Samuel, Cayetana y Baudilio-, hijas e hijo políticos -Pilar, Claudina y Quintiliano-, nietos -Liliana, Javier, Samuel, Mónica, Susana y Beatriz-, bisnietos -Andrea, Virginia, Nerea, Mirian, Adrián y la que viene en camino- y amigos de la familia. En nombre de todos se hizo pública, de forma espontánea, una justa y oportuna proclama de agradecimiento a quienes diaria y más directamente se han encargado de su cuidado, Tana y Quinto. Un reconocimiento familiar, pero también público, cerrado con una esporádica y fuerte ovación. La celebración se inició con una misa oficiada por don Victoriano, amigo de la familia, en la iglesia parroquial de La Mata del Páramo. Le siguió un aperitivo ofrecido en casa del tío Quinto y la tía Tana a todos los vecinos de la localidad. Posteriormente, los familiares lo festejaron con un almuerzo privado en el que, lógicamente, hubo tarta con vela -una, por supuesto- y se brindó por los cien años. Y por algunos más. Y hubo un agradecimiento expreso de la homenajeada por el cariño de las vecinas y los vecinos de La Mata del Páramo por una atención que ella misma considera un regalo inmerecido. Cierto¿ el regalo es ella. Y en un año volvemos a celebrar que así sea. ¿Vale, abuelina?