El drama iraquí

RESULTA preocupante que los dirigentes del Partido Demócrata de Estados Unidos y muchos políticos de la Unión Europea (españoles incluidos) hablen de la guerra de Irak como si todavía estuviésemos a tiempo de evitarla. Causa asombro que se refieran a la retirada americana como, si con sólo irse, la situación retornase a los momentos inmediatamente anteriores a la invasión. Es un alejamiento de la realidad grave e irresponsable, sólo concebible en términos electorales, para obtener el voto de una opinión pública cansada y deseosa de desembarazarse del desastre mesopotámico. Pero la realidad es otra. La realidad es que ya no se puede desinventar la guerra de Irak. Ya no es posible volver a los momentos previos a la invasión. Y todo análisis que pretenda este absurdo está condenado al fracaso y, lo que es peor, a aumentar el desastre. La guerra es una realidad endiablada, y de este hecho hay que partir, si se quiere entender algo y evitar males mayores. Al Qaeda ha logrado posiciones impredecibles antes del conflicto y, bajo su férula, no se podrían descartar ni un régimen islamista en Irak ni una extensión internacional del yihadismo que patrocina. Estados Unidos ha creado esta situación disparatada con una invasión tan atropellada como absurda (Sadam Huseín era un enemigo letal de Al Qaeda, no se olvide). Por ello es tan difícil ahora admitir que tenga derecho a irse precipitadamente, dejando aquel país en manos, no de los iraquíes -como debiera de ser-, sino del terrorismo internacional que siguió a la invasión, pescando en río revuelto. EE.UU. -y la ONU, y la Unión Europea, y Rusia- no debieran entronizar la retirada como la panacea o remedio de todos los males. Porque no lo es. Al Qaeda ya no está luchando contra los extranjeros occidentales sino contra la posibilidad de que los iraquíes se liberen de su anhelo de dominación y de yihadismo. La responsabilidad internacional de EE.UU. -pero también de Naciones Unidas, la Unión Europea y Rusia- es impedir que los ciudadanos iraquíes salgan de la tiranía de Sadam Huseín para caer bajo la de Al Qaeda. Entre otras cosas porque esta última generaría mucha más inseguridad internacional que la anterior. Así de difícil es la disyuntiva.