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CRÉMER CONTRA CRÉMER

Machado en el corazón

Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

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RECUERDO QUE UNA vez fui a Soria, que es tierra matriz de las Españas y lugar para el ensueño y para ordenar los pensamientos. Fue allí donde dio por dejarse ganar el corazón, aquel profesor humilde y errante al que le correspondió el paisaje castellano, abonando con su palabra y su sentimiento el recuerdo de su casa sevillana, de donde le vinieron sin duda los alimentos de la sierra Soriana. A Soria me citaban atendiendo el propósito de la cultura viva, para inaugurar un hospedaje u hostal que habrías de llevar precisamente el nombre de Antonio Machado. Le cita se convirtió en milagro, porque no eran aquellos todavía tiempos para los reconocimientos de errores y el recuerdo de Machado no era sino un signo doloroso de los tiempos que nos habían tocado en condena. Acudía a la Soria pura en compañía de un puñado numeroso y enfervorizado de poetas, escritores y políticos sin trabajo y en grupo silencioso bordeando el río y atendiendo a las señales de los árboles de oro de la ribera, acudimos a rendir tributo de devoción al Santo Patrono. Y en el hostal que se inauguró, bajo la señal inequívoca del ministro Fraga Iribarne, se dijeron versos y se callaron aquellos densos silencios que tanta amargura contenían, porque daba la infame casualidad de que entre los muchos, muchísimos muertos de aquella famosa cruzada, uno de los más importantes fue Don Antonio Machado, muerto y sepultado en tierra extraña, pero no ajena al dolor de los millones de españoles que por entonces tascábamos los frenos del exilio interior y exterior. Y como Hostal 'Antonio Machado' quedó inscrito en la nómina más gloriosa y doliente de Soria. Se cumplían precisamente ahora y esta hora complicada de la cultura española el centenario de tan destacado suceso histórico, y ha vuelto a renovarse en recuerdo y el sentimiento de la vida de unos de los hombres de la cultura de la España áspera y espléndida. Y cuando las juventudes parecen cercanas por aficiones o sentimientos más bien lúdicos, envueltos en vaharadas de ruidos y ambiciones, en algún lugar del mundo, en Soria del amor y de la muerte, se recuerda a Machado y se leen sus versos, y se rememora aquella agonía suya, arrojado de la tierra que amo tanto, por las manos impías de los advenedizos, arrastrando su dolorido sentir, con su madre al costado y la llaga de aquella, para la resurrección de la poesía que quedó atrás bajo los mármoles traidores del morir. Y desde Colliure nos llega la voz del gran poeta de España: Muerto, ligero de equipaje, como los hijos de la mar¿ Y España, y León, y Castilla que tanto agitaron los nombres de los ajenos, no han sido dignos de recuperar para la España de siempre a Antonio Mach

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